Una mañana de sangre con el asesinato de dos inocentes en Caracas

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Kevin Antonio Segovia Carrero desde muy pequeño era apasionado por el fútbol, le decía a sus padres que quería llegar a jugar profesionalmente y que lo conocieran como un gran futbolista. Con su abuelo, quien es profesor de Artes en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, en Caracas, realizaban obras de teatro en casa.

Siempre estaba alegre y era extrovertido, no solo quería hacer del fútbol parte de su vida sino también pertenecer al teatro.

Kevin ya teniendo 12 años estudió hasta sexto grado en la Unidad Educativa Nacional Bolivariana Republicana Bicentenaria, situada en la avenida Bolívar, a pocos metros del urbanismo de Misión Vivienda Oscar López Rivera y cerca del Museo de Los Niños, y por su pasión en el fútbol sus padres lo cambiaron al liceo Caracas de El Paraíso, donde estaba estudiando primer año y jugaba en la selección Sub 14 del colegio.

Una bala perdida

Esa mañana del 11 de octubre Kevin, su hermano de 14 años y de nueve años se alistaron para ir al colegio. Su padre Antonio Segovia, quien es profesor de educación física en la Unes, los llevaría a sus respectivos institutos.

Eran las 6:50 de la mañana cuando el padre y sus tres hijos salieron a bordo de una Terios azul de su vivienda, situada en la avenida principal de Mariperez, rumbo a la Unidad Educativa Nacional Bolivariana Republicana Bicentenaria, ubicada en la avenida Bolívar, donde dejarían primero al menor de nueve años.

Ya cuando llegaban a ese colegio Kevin le dice a su padre que había visto a unos hombres con unas pistolas en mano. El padre al escuchar lo que dijo su hijo aceleró y en ese instante se registró el fuego cruzado entre presuntos funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) y delincuentes, que se trasladaban en una moto.

Un proyectil había impactado contra la ventana trasera izquierda de la camioneta Terios, saliendo por la ventana trasera derecha.

El impacto del proyectil alarmó al hermano mayor, que iba de copiloto, y buscó proteger a su hermano menor de nueve años, pero cuando lo hizo Kevin se desplomó. El proyectil había alcanzado a herirlo en su ojo derecho.

Su padre pidió ayuda a los docentes del colegio, quienes salieron para atender su llamado, pero Kevin ya había fallecido. Cerca de él quedó su morral tricolor ensangrentado.

La madre de los niños, quien estaba en la vivienda familiar en Mariperez, recibió una llamada de su esposo, que le dijo que se acercara al colegio, porque había pasado algo, al llegar al lugar vio el cadáver de su hijo y rompió en llanto, comenzó a abrazarlo, quedando en su ropa los rastros de la sangre, luego se desvaneció y sus familiares se la llevaron del sitio del suceso.

En el lugar se aglomeraron docentes del colegio, familiares, y transeúntes, quienes comentaban sobre la trágica muerte del menor. También llegaron al sitio funcionarios de la PNB y comisiones del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) dirigidas por el subdirector del cuerpo detectivesco, Jhonny Salazar.

La muerte de un joven

Ese mismo día trágico cuando el reloj señalaba las 10:00 de la mañana otra muerte dejó una marca imborrable en el municipio Chacao, se trataba del asesinato de David Javik Contreras Velasco, un joven de 27 años.

David era apreciado por las personas que lo conocían en la avenida Francisco de Miranda de Chacao, en esta zona tenía un kiosco, en el que trabajaba con su madre.

Ese día David acudió a un Farmatodo de la zona, en compañía de su madre, cuando salieron estaban caminando por el sector y el joven conversaba por  teléfono.

En un instante todo cambio, David fue objetivo de la delincuencia. Una pareja de motorizados se detuvo y se bajó el parrillero, sorprendiendo al joven, a quien querían quitarle su teléfono. Velasco se negó a entregarlo e iniciaron un forcejeo que terminó cuando un proyectil fue disparado por el delincuente  hiriendo mortalmente a David en el intercostal izquierdo.

Su cadáver yacía a pocos metros del Farmatodo, mientras el lugar se llenó de curiosos. Algunos de los que conocían a la víctima manifestaban su rechazo por la forma como fue asesinado. Decían “un teléfono no vale una vida” .

Su cuerpo fue cubierto por una sábana, mientras que llegaban los funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) a realizar la inspección técnica y el levantamiento del cadáver del joven.

La madre del joven, que resultó ilesa durante los hechos, no paraba de llorar y de llamar a sus familiares para informarles lo que había ocurrido. Los delincuentes no lograron llevarse el teléfono.

Cerca de las 10:20 de la mañana llegaron los pesquisas del Cicpc al lugar y posteriormente la furgoneta de la morgue de Bello Monte, que trasladó el cuerpo al recinto forense.

Mientras ocurrían estos hechos violentos el ministro de Relaciones Interiores Justicia y Paz, Néstor Reverol, informaba sobre “disminución de homicidios” . “Queremos informar que en Distrito Capital ha habido una disminución de la incidencia delictiva. Es importante destacar que (fue) de un 30,8% en comparación con 2017 y en los homicidios ha habido una reducción importante de 35,4%”, dijo, reseñó Lysaura Fuentes/ElCooperante