“Mi hijo murió de hambre porque no tenía nada que darle”

Júnior González, de un año, murió a causa de una bronconeumonía bilateral, con desnutrición severa y deshidratación aguda, según su indica acta de defunción. Para momento de su fallecimiento vivía con su madre Julia Rodríguez, de 38 años, y sus cuatro hermanos en el barrio Mario Urdaneta, en el kilómetro 20 de la vía a la Concepción. “El médico me dijo que él era un niño sano, que lo mató el hambre”. Así lo reseña laverdad.com / Mariela Nava

A 12 cuadras de la avenida principal, al final de una trilla de arena, está una troja donde ella y sus pequeños “pasan las buenas y malas”. La mujer fue abandonada por su marido cuando la cesárea por la que nació Júnior se complicó. Ella aún llora desconsolada la muerte de su bebé. “Mi hijo tenía un año y murió de hambre porque no tenía nada que darle. Yo le pedía a la gente para los alimentos”.

Desde su nacimiento el pequeño presentó hipoxia cerebral, sin embargo la falta de una adecuada alimentación complicó su estado a los nueve meses de nacido. “Los médicos me dijeron que tenía que alimentarlo bien porque él no agarró la teta, no tenía fuerza para chupar”. Julia trabajó como empleada doméstica y con eso mantuvo sus hijos, pero “los cobres no me alcanzaban”.

Pasitos a la muerte

El pasado 21 de septiembre la tragedia llegó a su casa. A las 11.00 de la mañana, ante la mira de su madre, hermanos y tías, Júnior dejó de respirar dentro de un chinchorro. No importó lo mucho que se prepararan para ese final porque el dolor los tocó a todos.

La muerte del niño engrosa el número de decesos que hasta ahora se contabilizan de manera extraoficial en el Zulia. Él es número 11 que muere por desnutrición. Maricela Rodríguez, tía del infante, le explicó a La Verdad lo difícil que es sobrevivir en su sector. “Aquí un kilo de leche vale cinco mil bolívares, uno no tiene para comprar eso, son muchos cobres”. A Júnior le daban de comer “lo que su madre podía”.

La mayoría de las veces comía jugo de guayaba, sin azúcar; arroz o plátano cocido, por eso pesaba dos kilos 600 gramos. “Casi siempre pasábamos el día sin comer. Por eso él nació desnutrido, porque mi hermana no se alimentaba bien cuando estaba embarazada. Lo que más hacemos es chicha de maíz con un poquito de azúcar para engañar el estómago”.

Maricela contó que los médicos del Hospital José María Vargas de La Concepción le explicaron que su sobrino tenía las defensas bajas por la falta de alimento, por eso la neumonía complicó su estado. “Él se quedó tranquilito porque tenía mucha gripe, la fiebre fue tan fuerte que ahí quedó”.

Reconoció que todos los niños de la familia Rodríguez presentan falta de peso. “Me siento muy mal por no poder ayudar a mi hermana. Si tuviera le daba, pero todos estamos igual. Por acá no viene nadie. Este barrio tiene dos años y a pesar de que lleva el nombre del alcalde de Jesús Enrique Lossada, nosotros no conocemos a Mario Urdaneta”.

¿Quién es ese?

A Jesús Antúnez, vecino, se le repite la historia de miseria. “Mis hijos están faltos de peso porque apenas comemos dos veces al día”. El padre de cuatro hijos pinta casas, barre patios o “lo que sea” para conseguir la comida de sus hijos. En un rancho, de dos por dos donde vive también con su mujer, reconoce que se siente olvidado. Criticó que en su comunidad no llega “ningún beneficio del Gobierno. “Los CLAP llegan de mil en cien”.

¿Quién es ese? Se pregunta Jesús cuando habla del alcalde del municipio. “Ese señor nada más viene cuando necesita votos”. Vistiendo un suéter rojo alusivo al presidente Nicolás Maduro, el hombre reconoció: “Los pobres nos ponemos estos suéteres porque no tenemos qué ponernos. Yo no creo en este proceso porque aquí estamos pasando hambre por culpa del Gobierno”.

Pequeñas víctimas

759 millones de personas sufren las consecuencias del hambre alrededor del mundo; y en los países en vías de desarrollo, los niños se llevan una buena porción de esa cifra. Según el Programa Mundial de Alimentos, 66 millones de infantes en edad escolar, asisten a clases con el estómago vacío. Se estima, que en los países más pobres, dos de cada tres niños sufren retrasos en el desarrollo por malnutrición.

Consecuencias

Las consecuencias de la desnutrición infantil son:

– Crecimiento con sistemas inmunes debilitados.

– Problemas de aprendizaje.

– Pérdida de musculatura cardiovascular.

– Daños hepáticos, renales y otros padecimientos irreversibles que los acompañarán a lo largo de su vida.