Venezuela: ¿qué piensa la oposición que no quiere a Guaidó?

juan guaido

Venezuela tiende a simplificarse (sobre todo en lo mediático) en lo que a escenario político se refiere. Maduro o Guaidó (antes Leopoldo o Capriles versus Maduro o Chávez). Chavismo u oposición. Aquí o allí. Con ellos o con nosotros. Intervención sí o no. Guerra sí o no. ¿Y el resto? Hay un resto, un medio, un conjunto de grises cromáticos.

Hay partidos políticos con solera que escribían historia antes del chavismo y que continúan ocupando escaños, y otros que han nacido durante las décadas de la Revolución Bolivariana para decir que no están de acuerdo y que opinan esto o aquello. Venezuela es como cualquier país del mundo, vaya. La diversidad es la tónica. ¿Decepcionados? No parece una dictadura infranqueable.

Uno de esos partidos opositores con páginas de historia caribe es el Movimiento al Socialismo (MAS). Nació en 1971, cuando Miraflores lo ocupaba uno de los ideólogos de la Democracia Cristiana del país, Rafael Caldera. El MAS usa el naranja de telón de fondo y el puño insignia de la socialdemocracia. Socialdemócrata es y se define

Así nació, huyendo del marxismo clásico o del modelo socialista soviético. Felipe Mujica es su secretario general. Tiene 71 años y fue uno de los fundadores del partido. Allí sigue. Atento, dispuesto, reflexivo, con la mirada del que tiene las cosas claras aunque su discurso se pierda en el país donde no existen los términos medios.

«Tenemos la peor oposición de la historia de Venezuela», sentencia en el primer minuto de entrevista con Sputnik. «La división interna y la política abstencionista de una parte de la oposición han ocasionado grandes derrotas desde el 2005».

Felipe Mujica habla en una habitación de paredes naranjas en la casa del MAS, escondida en medio de uno de esos barrios laberínticos de Caracas. Lleva gafas, chaqueta negra y sonríe sereno. Hace frío por el aire acondicionado que siempre se pone fuerte en Venezuela aunque no haga falta.

De Guaidó aclara que «es el líder de una parte de la oposición», y comenzando por el principio y por aquel 23 de enero en el que el diputado de Voluntad Popular se autoproclamó Presidente Encargado de Venezuela en una plaza pública, Mujica cuenta las horas previas.

«Nadie fue consultado. Nos filtraron algo de información el día anterior y pensamos: ‘Ojalá no amanezcamos mañana tres pasos hacia atrás’. Pero así fue. La estrategia fue equivocada porque creó unas expectativas que no puede cumplir: nombra ministros que no son ministros, nombra embajadores que no son embajadores, toma decisiones que no puede implementar», analiza.

Para el Secretario General del MAS, Juan Guaidó pierde credibilidad y confianza a medida que pasan los días y eso provoca volver a dos cosas fundamentales: «frustración y desesperanza entre los que un día, en algún momento, creyeron en él».
«Guaidó confunde deseos con realidad», continúa. Y mirando a través de sus lentes con los ojos repasando historia criolla añade: «Su tarea fundamental es producir el encuentro entre todos los factores democráticos y no empecinarse en cosas que no puede cumplir. Hay un refrán muy típico de Venezuela que lo describe muy bien: ‘Deseos no empreñan'». Sí. Empreñan. Preñan. De preñar. Embarazar. Entiéndase como cada una entienda.

El MAS tiene una hoja de ruta clara lejos de las premisas de Guaidó. Los socialdemócratas venezolanos abogan por una nueva mesa de diálogo que incluya a todos —aseguran haber pedido al líder de Voluntad Popular hace semanas que reúna a todos los sectores de la oposición, no han obtenido respuesta—, construir una salida electoral, pacífica y constitucional.

Hay otros asuntos delicados sobre los que el líder del Movimiento Al Socialismo se muestra crítico con la oposición mediática. El primero, la injerencia extranjera por parte de EEUU. Rechazan «cualquier tipo de injerencia».

«Es evidente que aquí ha habido un guión, un plan entre varios sectores opositores y aliados en el campo internacional… ¿Dónde se toman las decisiones? Nadie sabe. ¿En EEUU?» Y se responde a sí mismo. «Si algo es terrible para Venezuela es que las decisiones que le afectan sean tomadas por actores que ni siquiera saben donde queda la Plaza Bolívar de Caracas. Sus intereses no son los mismos que los de los venezolanos».

Felipe Mujica es optimista en el que probablemente sea el panorama político más polarizado del continente latinoamericano. Ser optimista o parecerlo es lo que les toca. Como a Claudio Fermín, 69 años, político reconocido en el país por su trayectoria. Hizo la mayor parte de su carrera en Acción Democrática, uno de los partidos que se alternaron en el poder junto a COPEI durante décadas.
Fermín fue alcalde de Caracas, presentó su precandidatura para las presidenciales de 2018 y finalmente se retiró para apoyar a Henri Falcón. Hace poco más de un año decidió fundar su propio partido: ‘Soluciones para Venezuela’, con un aire «tercera vía» que todavía no cala en el país a pesar de los buenos líderes. Fermín es bueno. Habla directo, fuerte, no baja la mirada y casi no permite interrupciones.

«Estoy en completo desacuerdo con la estrategia de la oposición que representa Guaidó: el agravamiento de la crisis para conseguir desestabilizar al Gobierno y llegar al poder». Fermín y Soluciones para Venezuela creen en el voto, en el diálogo, en los acuerdos mínimos y en la cooperación.

Critica que «los mismos a los que las elecciones les encumbraron en el poder tras las Legislativas de 2015 [en ese año ganó la oposición la Asamblea Nacional], ahora promuevan la abstención. Han convertido las últimas convocatorias electorales en plebiscitos contra el CNE [Consejo Nacional Electoral] y es el mismo CNE que les dio la victoria».

De Juan Guaidó, en lo personal, casi no opina. Mira profundo antes de responder a Sputnik que no habla con él. Del 23 de Enero y su proclamación dice que «hay muchas maneras populares de hacer el ridículo».

«¿Cómo va a ser presidente del país alguien que no ha sido electo?», continúa. «Entonces yo puedo salir con 2.000 personas a la calle y autojuramentarme Gobernador de Barinas (un estado del país), o ese señor que está allá puede salir con 200 personas a la calle y autojuramentarse alcalde de Petare (un barrio de Caracas). Nosotros consideramos una cosa truculenta e insólita que alguien pueda autojuramentarse sin haber pasado una elección. Eso sí es un acto de usurpación».

Del panorama político que representa la oposición mediática asegura que «hay muchos líderes políticos promoviendo la segregación, el odio, la venganza. Eso es un error grave y no nos representan. Como yo creo en el diálogo y lo promuevo, soy un colaboracionista, un hereje, porque se supone que lo correcto es ni siquiera saludar a los chavistas».

Claudio Fermín reconoce algo que muchos opositores no reconocen. Que Nicolás Maduro es el presidente legítimo de Venezuela, le pese a quien le pese. «El sustento conceptual de los compañeros de la MUD [Mesa de la Unidad Democrática, coalición de algunos partidos de la oposición; en la práctica ya no existe y ha derivado en lo que se denomina Frente Amplio, del que forma parte el partido de Juan Guaidó] es que aquí no había presidente porque no hubo elecciones el 20 de mayo. Pero sí hubo. Es un hecho comprobable y verificable».
Algunas líneas rojas. Soluciones para Venezuela critica la coquetería con la intervención militar que en más de una ocasión ha promovido el líder de Voluntad Popular. «Es algo indigno, bochornoso e inconveniente. Es violencia, dejaría muertes, familias enlutadas, miles de impedidos…», dice Fermín.

«Lloraremos lágrimas de sangre por muchos años si es que hay una intervención extranjera. Con todo el respeto por nuestros vecinos, pero esto no es Panamá», alega, haciendo alusión a la invasión militar de EEUU a este país en 1989, demasiado reciente en la memoria del continente.

El ‘no’ a una invasión militar no es su única línea infranqueable. Hay otro ‘no’ contundente hacia el bloqueo económico que mantiene a Venezuela en ‘stand by’ desde hace más de un año y medio sin posibilidad de financiarse o de acceder a líneas de crédito. Fermín no cree que la situación de crisis que atraviesa el país sea solo debida a este bloqueo producto de las sanciones estadounidenses.

Cree que en las últimas décadas las políticas del Gobierno en lo económico y en lo que a mantenimiento de las principales empresas del país se refiere han sido erróneas, pero aboga por el fin del bloqueo para dejar de asfixiar a Venezuela y poder comenzar a salir del atolladero.
Pero volvamos al principio. Y a una idea. Al abanico de grises y claroscuros que es Venezuela envuelto en papel celofán negro o blanco, blanco o rojo (el blanco es el color de la oposición y el rojo del chavismo), dependiendo de quién envuelva el paquete. La superficie es el mensaje de un país destruido por la polarización. El extremo en llamas vende en las principales portadas internacionales aunque en el fondo de la caja de Pandora convivan cromatismos insospechados dispuestos (y condenados) a entenderse.