Manuel Malaver: ¿Por qué cuesta tanto tomar en serio a Maduro?

Yo creo que la razón fundamental reside en que no puede simular lo satisfecho que se encuentra por haberse sacado la lotería de heredar la presidencia de un país, cuando, a lo máximo que había aspirado en su , era ser jefe de la Federación del Sindicatos de Autobuseros.

Por eso, no hay nada más falso que las rabias, las cóleras, las iras de Maduro, las amenazas de meter presos a directivos de tal o cual , cerrar negocios u oficinas públicas, tomar la calle o radicalizar la revolución, pues, independientemente de que las ejecute, el mundo piensa que se trata de otra payasería más.

Porque, es que se da la circunstancia que, mientras Maduro lanza sus bravatas, ya están prendidos los del Air Bus presidencial para irse a sus vacaciones semanales, en las cuales se coge días, o la semana entera y siempre para darse la gran vida en hoteles 5 estrellas, palacios, castillos, donde disfruta, baila, toca turbadora y, de mañana o en la tarde, sale en familia a tomar café, pasear, o comprar algún que otro regalillo para los amigos de casa,

Pero si lo dejan, puede ir a eventos, conferencias, cumbres, conciliábulos, siempre a lo mismo: pedir que aumenten los precios del petróleo, amenazar al imperialismo o tratar de que le presten unos reales.

Es posible que cuando regrese al país, algunos ministros, generales, o altos funcionarios se hayan aprovechado de sus “órdenes” para llevar a cabo abusos contra los “amenazados”, pero siempre para cobrar cuentas personales, ganar espacio en la carrera de los odios y los resentimientos, o por simple o pura extorsión.

Pero ya Maduro se ha olvidado de todo eso, anda buscando nuevos enemigos, y haciendo otras guerras, y, desde luego, pendiente que lo de él es el próximo viaje, sea al Caribe, los Emiratos Árabes Unidos, China o Vietnam.

Por eso ha devenido en el presidente más odiado del país, uno que detestan las mayorías y más de la mitad de la minoría “socialista” que el próximo viernes se abstendrá o votará por la oposición.

Por Manuel Malaver / @MMalaverM