Luis Vicente León: La Hiperinflación

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El problema económico más grave que estamos viviendo en nuestro país es la hiperinflación. Podemos definirla, desde el punto de vista numérico, como el proceso de crecimiento recurrente de precios a una tasa no menor del 50% mensual. Podemos también definirla como la circunstancia en la cual la población ve a su moneda como una papa caliente de la que tiene que salir de inmediato para evitar la pérdida fulminante de su valor.

En el caso venezolano, la hiperinflación es eso que aglutina todos los errores cometidos por la revolución, los compacta, les pone mecha y los prende, dispuesto a explotarle en la cara a lo que tenga enfrente. Es un problema que pone en peligro a todos y nos obliga a ser muy cuidadosos, pues cualquier error puede convertirse en el último.

Lo más triste es que nunca debió ocurrir en Venezuela. Primero porque los países petroleros son mucho menos proclives a ella debido a su base de ingreso, pero además, luego de los casos que han ocurrido en la historia, se suponía que la hiperinflación era una enfermedad erradicada. Nadie podía ser tan torpe como para repetir los mismos errores que cualquier economista, por pirata que sea, está entrenado para evitar.

Pero bueno, la realidad demostró que como dicen en Carora, la revolución, en materia de destrucción, ha sido “muy competente.

Las empresas apenas están comenzando a entender como surfear la ola que tienen al frente. El reto más importante es aprender a desaprender. Las cosas que antes les funcionaban ahora pueden ser un error mortal. Es imposible realizar sacrificios para retener clientes, pues eso podría significar la destrucción de la empresa. Hay solo dos cosas que se hace indispensable seguir y proteger: el flujo de caja y la los recursos humanos, ambos afectados por la hiperinflación. El flujo porque la inflación lo muele como un trapiche y las necesidades de dinero crecen exponencialmente cada semana sin que el banco pueda usualmente acompañarte, pero además porque se convierte en una panela de hielo que si la mantiene en tu mano te quema y luego se derrite. El manejo diario del dinero es el trabajo central para evitar que se evapore. Pero en adición, el reto es lograr retener la gente en la empresa, porque ellos, igual que el resto del país tienen miedo, frustración, angustia y rabia. La pérdida de su capacidad de compra y de confianza en el futuro los empuja a emigrar y solo una estrategia agresiva de compensación y acompañamiento emocional puede lograr que los trabajadores entiendan que vale la pena esperar para estar ahí cuando todo pase y tomar ventaja de los vacíos que quedan.

No todos van a resistir. Los procesos históricos indican que muchas empresas sucumben y mucha gente se va, pero el que entiende el proceso y lo maneja con inteligencia, puede que termine cansado, pero en posición de aprovechar el buen tiempo cuando llegue.

La pregunta es: ¿llegará?

Pues la respuesta es sí. Hay países que pasan décadas de pobreza, ineficiencia y corrupción, pero no hay un solo ejemplo de un país con hiperinflación permanente. Es un fenómeno finito e insostenible, que siempre ha terminado en apertura y cambio del modelo económico que lo origina.

Me recuerda un episodio cuando nacieron los morochos hace exactamente catorce años. Al tercer día se le cayó el cordón umbilical a Bernardo y mi esposa lo celebró. Al día siguiente comentó: “que raro que no se le ha caído a Nicolás. El quinto día estaba preocupada y al sexto agarro el carajito y lo llevó a la emergencia. “Dr. al niño no se le ha caído el cordón”. Y el Dr. respondió: “Sra. León, usted ha visto alguna vez un adulto con el cordón umbilical pegado al ombligo? No. Entonces tranquila que se le va a caer.” La hiperinflación… también.

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