Luis Eduardo Martínez: PRESTADOS

luis eduardo martínez

Me cuentan –no lo vi- que en su programa de televisión, Wladimir Villegas aclaró, a un líder oficialista que insistía en afirmar que la oposición había ganado con los votos del chavismo descontento, que los votos no son de nadie, que “los votos son prestados”.

Confieso que me gustó mucho la frase –“los votos son prestados”- porque refleja exactamente una verdad a rajatabla: los votantes, en nuestro caso los venezolanos, no son propiedad de ningún líder ni organización partidista en particular y tienen la capacidad de decidir por aquella opción que represente mejor sus intereses y esperanzas.

Hoy la mayoría optó por los candidatos de la MUD y ciertamente ayer buena parte de esa mayoría se inclinó por los del PSUV pero no lo es menos que tiempo atrás lo hacían por AD y/o COPEI.

La nueva mayoría puede serlo en tanto entienda que es obligante satisfacer las expectativas y no defraudar la confianza que el pueblo puso en los parlamentarios recién electos.

Hay que mantener el ritmo de la campaña en cuanto al contacto con los electores se refiere. Quizás el reclamo más común que a cualquier candidato le hacen es del tipo: “Ahora es que vienen, porque hay elecciones”. Los nuevos Diputados deben agendar semanalmente actividades en las comunidades de su jurisdicción, continuar cerca de la gente, permanente oírles y atender sus planteamientos con diligencia.

Es necesario que los nuevos Diputados trabajen muy duro en la Asamblea Nacional y adicionalmente muestren lo que hacen. El peor error que pueden cometer es limitarse a calentar sus curules y cuando más levantar la mano a la señal del Jefe de Fracción. Tanto en plenaria como en las comisiones permanentes se requiere destaquen y defiendan con pasión los intereses de sus representados. Si hay algo que caracterizó a los últimos parlamentos es su poco rendimiento –llegaron al extremo de sesionar un solo día a la semana- y la casi generalizada invisibilidad de sus integrantes.

Indispensable es mantener la autonomía del Poder que representan. Con la llegada del chavismo, el Congreso Nacional primero, la Asamblea después se fue desdibujando hasta llegar a los extremos de los últimos años cuando las leyes habilitantes se multiplicaron y el gobierno se convirtió en legislador. Los parlamentarios salientes tienen que sentir vergüenza por lo mucho que se arrastraron frente a Chávez y Maduro.

Tienen, los nuevos diputados, que comprender que su gestión no está exenta de riesgo, en las actuales circunstancias del país, y con tal asumirlos. Van a sesionar en el edificio que construyó Guzmán Blanco –todo un mal ejemplo de gobernante corrupto- para sede  del Congreso Nacional en lugar de la vieja ubicada en el antiguo Convento de San Jacinto, marcada por asalto que, el 24 de Enero de 1848, ordenó a sus sus tropas el General José Tadeo Monagas, para silenciar a quienes se oponían a sus abusos y tropelías –sí, lamentablemente nuestro epónimo no fue un santo-, con saldo de muertos y heridos. Cuentan que esa jornada sobresalió por la valentía de casi todos los parlamentarios y por la frase de uno de los más brillantes políticos de aquella época: “Decidle al General Monagas que podrán llevarle mi cadáver, pero que Fermín Toro no se prostituye”.

Y en palabras de Fermín Toro, está prohibido prostituirse como lo hicieron más de una decena de diputados en el período que ahora termina. Los saltatalanqueras de ayer, bien podemos suponer motivados o “engrasados” por quien, no pueden bajo ninguna circunstancia ser parte de esta Asamblea Nacional. En alguna gaveta estará guardada la llamada “Ley antitalanquera”, y si bien hay mucha legislación vieja que es contraria a los intereses del país, esta como que conviene quitarle las telarañas y ponerla a la vista.

Conozco a casi todos los nuevos parlamentarios –entre ellos obvio mi propia esposa Larissa-. Se de sus condiciones y sus desvelos, del valor de sus convicciones, la ética que exhiben y lo que los anima para cumplir y cumplir bien con el pueblo que los eligió. Que Dios les bendiga y de fuerza, entereza para convertirse en la avanzada del proceso de cambio que todos los venezolanos, sin excepción, demandamos.

 

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