Luis Eduardo Martínez Hidalgo: ASAMBLEA NACIONAL

luis eduardo martínez

Apenas se inicia el 2016 y comienza un proceso de definiciones, fundamental para el futuro de los venezolanos.

Este martes 5 corresponde instalarse la nueva Asamblea Nacional, presentes los diputados que fueron electos el pasado 6 de Diciembre; de cómo se desenvuelven los acontecimientos dependerá el rumbo que pudiera tomar el país en los próximos meses.

No es la primera vez en nuestra historia reciente que la oposición llega con mayor número de diputados a la instalación del poder legislativo y con tal el oficialismo es minoría. No es tampoco, por cierto, una excepción en el mundo; más aún es bien común que gobiernos cuenten con mayorías parlamentarias adversas con las cuales se entienden, armonizan y cohabitan.

Raúl Leoni, Caldera en sus dos períodos y Carlos Andrés Pérez en su segundo, gobernaron con Congresos opositores, siendo muchos los logros comunes e infinitos los encuentros entre el Legislativo y el Ejecutivo.

En una democracia que se respete, la jornada de instalación sería mera rutina, casi que fastidiosa rutina. En nuestro caso, los nuevos parlamentarios entrarán al hemiciclo a media mañana, el diputado de mayor edad subirá al presídium para ocupar temporalmente la silla del presidente y sonará la campana en señal que la sesión va a comenzar. Explicará entonces que asumiendo la dirección del debate procederá a designar una comisión integrada por electos de diferentes organizaciones y un secretario provisional, a los cuales, después de nombrar, revisará las credenciales originales de proclamación emitidas por las Juntas Electorales y sus cédulas de identidad laminadas.  Mientras esto sucede, los recién electos conversarán tranquilamente y los medios de comunicación transmitirán imágenes que el común no verá ya fastidiados. Seguidamente la comisión designada procederá a revisar uno por uno credenciales y cédulas de identidad de los nuevos parlamentarios y cuando concluyan uno de los integrantes de la comisión tomará el micrófono y anunciará que tantos diputados se encuentran presentes y si hay quorum para sesionar con lo cual se declarará formalmente instalado el órgano legislativo correspondiente. Otra vez, en lo habitual, deberían estar todos los que el pueblo eligió.

De inmediato, se abrirá el proceso de postulaciones para la Junta Directiva; primero para el presidente, luego el primer y segundo vicepresidente y finalmente para el secretario y subsecretario. La elección de los directivos es uninominal por lo que para cada cargo se postula y vota por separado.

Los postulantes no se limitan a proponer candidatos sino que hacen loas de sus méritos y más de uno aprovecha para extenderse. La votación es normalmente a mano alzada y si hay más de un candidato, aquel que obtiene mayoría de votos es proclamado como triunfador. Aún si solo existiese un candidato para cada cargo se hace necesario votar.

Seguidamente los seleccionados toman posesión de sus asientos, se juramenta el presidente con la mano puesta sobre la Constitución Nacional, juramenta a los vicepresidentes, a la totalidad de los diputados y al secretario y subsecretario. Concluye el acto con unas palabras del nuevo presidente y en el caso venezolano, nombrando dos comisiones que deberán informar formalmente al Presidente de la República y a los Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, la instalación del poder legislativo.

Es el deber ser. ¿Será así en Venezuela en esta oportunidad? Depende.

Depende, en principio, única y exclusivamente del Presidente de la República. Si Nicolás Maduro entiende que es el Jefe del Estado en una nación democrática, la instalación de la  nueva Asamblea Nacional, con la confirmación de Henry Ramos Allup como Presidente, se dará con normalidad y sin incidentes de ninguna naturaleza. Si Nicolás Maduro se empeña en desconocer principios básicos de una democracia, como que la soberanía reside en el pueblo y el voto es la expresión popular más pura, la instalación de la Asamblea Nacional será una jornada de tensión donde se llegara tan lejos como se le permita hacer a los seguidores del oficialismo. En este último caso, será el pueblo en la calle, ese pueblo que de manera clara se expresó en los pasados comicios, el que deberá defender lo que ganó en las urnas.

El dilema es claro: Paz o confrontación. No hay grises en esta etapa crucial de la vida de la nación. Rogamos a Dios que la racionalidad se imponga y que el gobierno termine de acatar los resultados de las elecciones parlamentarias.

Yo, que estoy comprometido hasta los tuétanos con el mejor futuro de Venezuela, estaré el martes 5,  desde muy temprano en La Hoyada, acompañando a los nuevos diputados en lo que esperamos sea una fiesta de la democracia.