Luis Eduardo Martínez Hidalgo: 2015

luis eduardo martínez

 Restan horas para finalizar el 2015.

Como cualquier año, son muchos los hechos que marcan los 12 meses transcurridos.

Dolorosamente, la propagación del terrorismo ha sido el sino de buena parte del planeta y se cuentan por miles sus víctimas.

Said y Cherif Kouachi, atacando las oficinas de la revista satírica Charlie Hebdo; pistoleros enmascarados disparando en  Garissa University College al este de Kenia; el  vuelo 9268 de Kogalymavia, destruido por una bomba mientras volaba sobre la península de El Sinaí; equipos armados de terroristas suicidas sembrando muerte en París, fueron algunos de los titulares más destacados de los medios de información internacionales con ISIS alcanzando el mayor protagonismo, a fuerza de crímenes escalofriantes, convertidos en virales por las redes.

En lo que a Venezuela se refiere, no hay duda que la calificación más sobresaliente hay que otorgársela a las elecciones parlamentarias. Es cierto que una vez más alcanzamos el tope como la nación más insegura y con la inflación más alta de mundo –siendo miles los hogares enlutados por los caídos a manos del hampa desbordada y millones las familias que se empobrecieron-, es verdad que la calidad de vida de todos cayó vertiginosamente –con los servicios públicos en pésimo estado, los hospitales colapsados, la infraestructura deteriorándose a pasos agigantados- lo que obligó a muchos a marcharse para probar suerte en el extranjero. Es decir común que la constante en el paisaje urbano fueron las colas con hombres y mujeres, también niños, humillándose durante largas horas para adquirir migajas que permitieran sobrevivir como tampoco puede negarse que la percepción general es de la inexistencia de oportunidades especialmente para los más jóvenes.

Pese a tanto que nos afectó en el 2015, las elecciones parlamentarias, o más bien los resultados de estas, ocasionaron un cambio en el estado de ánimo de la gran mayoría de los venezolanos y del pesimismo saltamos al optimismo, del desaliento a la esperanza, de la preocupación por un mañana incierto a la convicción que el futuro será mejor.

Se cuentan por decenas de miles los héroes anónimos que hicieron posible el triunfo de los candidatos de la #Unidad el pasado 6 de diciembre; lo fueron los activistas y dirigentes de AD, PJ, VP, UNT, PROVE y un sin fin de organizaciones partidarias nacionales y regionales, lo fueron los coordinadores de centros de votación y los testigos en las mesas, lo fueron los estudiantes que mantuvieron siempre vivo el espíritu de la protesta ciudadana, lo fueron los presos políticos –Leopoldo López y Antonio Ledezma a la cabeza- y los exiliados que con su sacrificio inspiraron, lo fue en suma el pueblo todo que entendió que en los usos de la democracia, aunque menguada y permanentemente amenazada en el país, encontraremos solución a la gravísima crisis que, por culpa de un  modelo en desuso y de un gobierno incapaz, nos azota.

Si de conceptos se trata es de esperar que #Unidad y #Cambio hayan sido los más  considerados en Venezuela en el 2015. #Unidad y #Cambio son parejas de una misma yunta y si bien la primera precede a la segunda  ambas están indisolublemente atadas en el imaginario popular  y no es posible una sin el otro: para el #Cambio es necesaria la #Unidad y esta se justifica si hace posible que cambie el actual estado de cosas.

El año que concluye nos deja como mayor lección la del valor de la #Unidad, plataforma necesaria para iniciar el proceso de transformación que urge; preservarla es obligación y atentar contra ella es poner en riesgo la confianza de millones que merecen el mayor de nuestros esfuerzos para reivindicarles.

2015 como los años precedentes fue año perdido desde el punto de vista del progreso-país. Basta mirar a nuestros vecinos –Colombia, Chile, República Dominicana y hasta Bolivia y Nicaragua- para envidiar el salto cualitativo que han dado en los últimos tiempos y entender cuanto hemos retrocedido. Hasta Haití, otrora un paria, y Cuba, reintegrándose al concierto de las naciones, exhiben estándares de vida superiores a los nuestros; a quienes dudan, solo un dato: el salario mínimo haitiano recién se incrementó  a 5,23 dólares por día equivalente a 156,9 dólares por mes, 12 veces más que el salario mínimo real venezolano.

En palabras de Andrés Eloy Blanco, en Las Uvas del Tiempo, se nos muere un año y estamos pronto para recibir el beso familiar a medianoche: “La bendición, mi madre,  que el Señor nos proteja. Y después, en el claro comedor, la familia congregada para la cena, con dos amigos íntimos, y tú, madre, a mi lado, y mi padre, algo triste, presidiendo la mesa”

Feliz año y que el 2016 sea de Paz y bienestar, con mucha salud y armonía familiar, de realizaciones y logros, de #Unidad y #Cambio para venezolanos y venezolanas, sin excepción.

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