Enrique Guzmán: La Guerra nos hermanó.

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La Guerra nos hermanó.

Siempre lamentaré no haber elegido estudiar periodismo, estoy seguro que viniendo de la mano de alguien que sabe usar las técnicas de escritura este relato sería más bonito que lo que intentaré compartir de manera rudimentaria, pero sincera.

 

Estaba sacando la mala hierba (nunca muere) del jardín mientras hablaba por teléfono con mi esposa.

Me interrumpe un anciano en un carro casi tan longevo como él, para preguntarme por un vecino que vive a dos casas de la nuestra. El señor lleva una foto donde se aprecian dos muchachos vestidos de soldados, en la parte de atrás dice están su nombre y el del vecino acompañados de «abril de 1.945», es decir, a pocas semanas del final de la Segunda Guerra Mundial.

Dejo de hacer lo que estoy haciendo y me asomo a ver el reencuentro, no se veían desde el día que se tomaron la foto, nada más y nada menos que  72 años!!!

El señor toca el timbre, pasan unos segundos que parecen horas y finalmente le abren la puerta. Quiso el destino que le abriera él y no la esposa. No le dice quién es sino que le muestra la imagen de los dos adolescentes. Enseguida se funden en un abrazo y cierran la puerta. Y yo curioso por no saber que se cuenta uno después de tantos años.

 

Seguí haciendo mis cosas y hora y media más tarde sale el visitante sonriente.

 

Curioso le pregunto al señor que tal había ido el encuentro y él, ni corto ni perezoso comienza a contarme.

La sociedad holandesa en aquella época no se parecía en nada a esta que conocemos ahora, antes las diferencias sociales estaban bien marcadas, y más en la guerra.

El señor me comenta que él venía de una buena familia y que de hecho su elección de ir a la guerra fue de por sí un pequeño conflicto bélico en su seno familiar. Mi vecino, por el contrario venía de una familia pobre, así que ir a la guerra era algo de lo que no podía ni siquiera plantearse el poder evadir.

 

Y allí se encontraron, en el escenario más inhóspito, entre heridos y muertos. Sin embargo, la adversidad les sirvió para comenzar una amistad  en la que se prometieron volver a verse.

Luego de la guerra el señor se fue a Estados Unidos donde hizo carrera de arquitecto; mi vecino trabajó siempre como carnicero desde el final de la guerra hasta su jubilación.

 

Consciente que no son muchos los momentos de vida que le quedan, el señor decidió regresar a Holanda hace unos años, siempre con la interrogante de que habría sido de aquel amigo. Se acordaba de su nombre pero no de su apellido.

2 días atrás hurgando en trastos viejos le saltó la foto y finalmente pudo completar el rompecabezas: tenía un apellido!

Inmediatamente se puso a buscar en la guía telefónica (todavía existen) y lo halló.

Al final esa promesa hecha hace más de siete décadas pudo cumplirse. Acordaron en reunirse de nuevo, esta vez con sus respectivas familias.

 

Después del lloriqueo correspondiente me puse a pensar en el valor de la amistad; en como las adversidades pueden brindarnos oportunidades únicas de crecimiento y el como estos dos ancianos son corresponsables de un cambio de mentalidad y conducta en su país.

Inevitable el no incluir a mí país en esa reflexión posterior.

 

El nuestro, un lugar donde nunca hemos pasado por la desgracia de una guerra, nos empeñamos cada día en el distanciamiento. Pareciera que vale más la pena invertir tiempo en buscar argumentos que nos separen y no prestar atención a lo evidente: lo que nos une.

 

Yo espero en unos años regresar a mi tierra, anciano como estos señores y sentarme a jugar dominó con mis ancianos amigos mientras contemplamos a nuestros nietos jugar felices en un país en el cual la gente finalmente haya entendido que llevarse bien es un millón de veces más beneficioso para todos; un país en el que el valor de las diferencias se consideren indispensables para el crecimiento y el desarrollo, tanto individual como colectivo.

 

Somos privilegiados de vivir en un momento en el cual si perdemos el contacto con nuestros amigos es por que así lo elegimos, no por falta de medios.

 

Enrique Guzmán.

Amsterdam, 21-7-2017.