Claudio Nazoa: Oscar Yanes, Graterolacho y Zapata

En medio de la alegría por la luz que despejó el cielo de Venezuela, quiero recordar a Oscar, a Graterol y a Zapata, maestros y amigos que lucharon para que lográramos vivir este importante, esperanzador y peligroso momento.

Nos enfrentamos a fanáticos de una secta de lo absurdo, quienes están dispuestos a defender su malvada inutilidad a costa de lo que sea, y lo que sea somos cada uno de los venezolanos que el 6-D, en bloque mayoritario, dijimos: ¡Ya basta!

La triunfal e inédita noche cuando Tibisay Lucena nos hizo esperar por su último y tétrico paseo de medianoche en el pasillito del terror, pero esta vez, muy a su pesar, para anunciar un triunfo electoral tan pero tan grande, me hizo recordar a quienes lucharon para que esto ocurriera.

Contra estos bichos malos, destructores y creadores de la mayor pobreza y desabastecimiento que haya vivido el país, votaron, sin excepción, todos los barrios populares de Caracas y de gran parte de Venezuela. Perdieron en el 23 de Enero, en Ciudad Caribia, en Catia, en La Vega, en Petare, en Valle-Coche, ¡en Conejo Blanco!, es decir, la mayoría de la gente humilde de la cual se han burlado, les gritó: estamos cansados de hacer colas, de la inseguridad, del estúpido cuento de la guerra económica y de que el gobierno pelee con Estados Unidos, España, Colombia, Argentina, la Unión Europea y con la OEA.

El pueblo sentenció: no creemos en el comunismo trasnochado que nos trajo a este desastre donde no se consigue ni papel tualé.

Qué buena estuvo la instalación de la nueva asamblea. Fue la cosa más grande que en años haya ocurrido en este país. Menos mal que me adelanté y dije que amaba a Ramos Allup. ¡Ahora lo amo más!

¡Qué vaina tan buena ver a Ramos Allup mandando a callar a Pedro Carreño y a quienes intentaron sabotear el acto!

Son 17 años de humillación, de falta de respeto y de injusticia. Llegó el momento de ser resarcidos por tanta vejación.

El pueblo exige la libertad de los presos políticos maltratados por esbirros comunistas, discípulos aventajados de los chácharos de Gómez, de la Seguridad Nacional y de la Digepol.

Llegó la hora. Lo que viene es difícil, pero eso es bueno porque nos hará valorar los logros.

Ojalá Graterolacho, Oscar y Zapata, donde estén, celebren lo que hoy apenas comienza. Ellos, con inteligencia y valentía, sueñan en presente, porque están cerquita de nosotros, ayudándonos a construir esta nueva, maravillosa, pero peligrosa hora que vive Venezuela.