Carlos Raúl Hernández: Bin Laden contra Lady D

carlos raúl hernández

Desastre es el balance y los autores desatan el caos para que la gritería encubra sus culpas. Dos terribles años (2016-2017) de errores inconcebibles, y la Unidad se estrella en el peor de los mundos, de nuevo hundida en el lodo negro por asombrosas decisiones de algunos aspirantes a líderes que hoy nos aterrorizan de solo imaginar que llegaran al poder. Con tal grado de niñería política, que destruyó el majestuoso triunfo de 2015, bendito sea si pudieran mantenerse dos meses en un eventual gobierno (y parece mucho). En enero de 2015 Bin Laden estaba acorralado por el triunfo en la Asamblea Nacional. Se respiraba un optimismo bien asido y el gobierno zarandeaba en tres y dos. La estrategia de abajo hacia arriba, no conflictiva, triunfaba y correspondía presionar por aire, tierra y mar para las regionales, desde la locomotora en movimiento del triunfo. Pero a Lady D se le ocurrió cazar pelea en el terreno donde su adversario era más fuerte.

Reapareció la caricatura de política (“calentar la calle” como decía la gaznápira frase) la vía rápida, la polarización, la autoviolencia de sacar muchachos a la calle-calle para que la muerte los enfriara, y surge el imposible, demencial revocatorio. El espíritu discapacitado de “la salida” se posesionó de individuos a los que se suponía por error algún sentido de la realidad. El RR era la opción catastrófica para el gobierno, la única que no estaría dispuesto a permitir. Varios emisarios profesionales salieron de la nevera a restar importancia a las elecciones locales, porque ya andaban de tiendas para los estrenos de Miraflores. El Rey Leonidas, los hubiera arrojado en el pozo de Esparta por deslenguados, prepotentes y torpes. Los Bin Laden celebraron a carcajadas cuando los Lady D se metieron en la autotrampa del RR: ¡se ahorcaron solos!

Paraíso para inocentes

Tenían el mecanismo conformado con el CNE y el TSJ para burlarse de la candidez que juraba sacarlos a patadas y sin negociación. Cosa de inocentes, porque las transiciones se dan cuando el que se va obtiene garantías y seguridades del que viene, pero en la Stultifera navis había euforia. Exigieron sacrificios a la ciudadanía, colas, enfrentar violencia de los colectivos. Al final, Lady D se llevó su bofetón, rodó y nos hizo rodar a todos. Una cruenta decepción en los ciudadanos a los que habían acostumbrado a la vía gradual y de consenso, y que sin el menor respeto, explicaciones, ni niño muerto, los pusieron sin anestesia en la acera contraria. La salida aunque fracasada, cobraba vigencia en argumentadores tartajeantes a favor de acciones que hasta el día de ayer habían combatido.

Y en 2017, sin razonar ni aprender sobre la derrota, ni dar manifestaciones de la más elemental inteligencia, sino de arrogancia que se siente sobrada, arrancan con el mismo error: el espíritu burlón, frívolo e irresponsable convoca a la calle-calle, los trancones, los plantones, el secuestro de los vecinos opositores en sus casas. Llama a enfrentar y derrotar militarmente a la Guardia Nacional en las calles (“les quedan bombas para dos días… y están cansados”). Un genio estratégico del derecho revolucionario diseñó la trilogía 350-referéndum popular-hora 0, en una de las voladas político-jurídicas más desopilantes de las que tenga memoria, tanto que parecía un capítulo de Locademia de policía. Era difícil saber cuál era la sensación más intensa que provocaba aquel desfile de surrealismo: ridículo o preocupación. Naturalmente no hubo “elecciones generales”, “Maduro vete ya”, ni el cuartelazo democrático amablemente solicitado.

¿Dirigentes por casualidad?

Solo otra depresiva derrota que desató la entropía entre aquellos a quienes llevaron al matadero. Ciento treinta familias de luto por la frivolidad y el desvarío. En medio del aplastamiento, la paliza buscada, la incapacidad para dirigir ni una partida de perinola, hubo que disparar desde el piso y participar en unas elecciones en las que se trataba de derrotar al gobierno y esa parte de la oposición que solo sirve para vejar y destruir, pero no sabe ni cambiar un bombillo. De hecho, incineraron lo que habían ganado, con lo que siembran dudas sobre si esos réditos fueron más bien cosas de la vida. Por fortuna los gobernadores adecos actuaron con valor y concurrieron a la provocación, concebida para niñas malcriadas, no adultos. La montó el régimen que se burla de nuestras debilidades, insensateces, mediocridades y sabe cómo quitarnos de las manos fácilmente lo obtenido con superesfuerzos.

Pero los gobernadores no pisaron la bomba tobillera y superaron la prueba de tarupidez, sin derramar lo obtenido con mayúsculos trabajos, para complacer al balbuceante populacho de las redes. Solo en cabezas muy vacías puede caber que una trampa cazabobos puesta por Bin Laden con sorna para provocar estallidos de histerismo en espíritus mermados y renunciar a lo que ganamos con tantos riesgos de los votantes, de sus empleos y medios de vida. Se pusieron en movimiento los laboratorios para ensuciar  personas que merecen nuestra admiración y respeto, castigados por no seguir a quienes demostraron que no pueden ni podrán ganarle a nadie, porque no tienen lo que hay que tener. Si nuestros gobernadores hubieran hecho caso a Lady D, hoy no habría futuro. Por el momento quedan ellos como testimonio de que la esperanza no ha muerto.

@CarlosRaulHer