Antonio Ecarri Bolívar: Síndrome de Miraflores: todo o nada

Al abordar el análisis de la conducta de este gobierno, debemos abandonar la dialéctica política normal por inexplicable y salgamos en busca del auxilio de la psiquiatría, la que puede tener respuestas más convincentes. No digo esto con afán de agraviar o burlarme de las personas que ocupan los cargos de mayor jerarquía en el Ejecutivo, sino para, angustiosamente, buscar explicaciones que nos permitan indagar las causas de la inexplicable conducta del gobierno.

 

Cuando Henry Ramos Allup le lanza un salvavidas al gobierno, sugiriéndole que tiene seis meses para rectificar su evidentemente fracasada política económica (de lo contrario tienen que irse, obviamente), en vez de verlo como su única tabla de salvación resulta que lo asumen como un agravio y llaman golpista al presidente del Parlamento nacional. Es porque consideran que “todo” lo que se le dice desde la oposición es malo y “todo” lo que han hecho ellos, en estos 17 años, es bueno y no debe ser cambiado. Esta es la razón por la que promulgan un “decreto de emergencia económica” que ratifica el empeño de continuar el mismo camino empedrado de errores y falencias, porque “todo” lo que han hecho hasta ahora es perfecto y por ello hay que mantener esa misma política.

 

Veamos que la respuesta del régimen, antes de blandir el famoso decreto, no fue otra que crear un Ministerio de Agricultura Urbana que recomienda recuperar la agricultura sembrando ajo porro y cebollín en tobos, porrones y botellas en los balcones y, acto seguido, designan ministro de economía a un sociólogo quien afirmó que en Venezuela no hay inflación, que el desabastecimiento es responsabilidad de la guerra económica y de los planes macabros del Departamento de Estado norteamericano.

 

Allí fue cuando salí a buscar el auxilio de los libros de psiquiatría que conservo de mis estudios de medicina legal y me encontré con las definiciones, desde una perspectiva cognitiva, de A. Beck (1990) y M. Linehan (1993), quienes se refieren al pensamiento dicotómico o pensamiento del “todo o nada”, considerándola “una de las distorsiones cognitivas más frecuentes del trastorno límite de la personalidad. Dicho de una forma práctica: para un paciente con trastorno límite de la personalidad la realidad se distribuye en blanco y negro, buenos y malos, conmigo o contra mí, todo está escindido, distribuido en dos grupos extremos sin que haya zonas intermedias.

 

“En este aspecto, el pensamiento típico del sujeto límite se expresaría de la siguiente forma: algunas personas son buenas y todo respecto a ellas es perfecto. Otras personas son profundamente malas y deberían ser severamente culpadas y castigadas por ello”.

 

Como el tema es psiquiátrico, pidámosle a Henry Ramos Allup que le pida al presidente Maduro que el acta del Consejo de Ministros, donde creó el Ministerio de Agricultura Urbana, designó al ministro de economía y decretó la emergencia económica, la retire de la Asamblea Nacional y se la lleve a la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, quién quita y se convierta en un aporte para la solución de problemas mentales graves y recomienden el alejamiento, provisional o permanente, del presidente, su equipo de agricultura urbana y emergencia económica, para que no nos contagiemos todos de esta grave enfermedad del “todo o nada”, que ahora llaman los científicos: ¡síndrome de Miraflores!

 

 

 

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