“Me da miedo que le explote la barriga a mi hija”

MARACAIBO VENEZUELA: 23/03/2017 MARIA TERESA MALPICA DE 25 ANOS DE EDAD LLEVA 6 MESES EN LAS CALLES LUEGO DE FALLECER SU MADRE, VIVE Y MANTIENE A SUS HIJOS DE LO QUE LAS PERSONAS LE DAN. SU HIJA MENOR DE TAN SOLO 4 MESES SUFRE DE UNA HERNIA EN EL OMBLIGO, BRONQUITIS Y SARNA
Camila Malpica tiene una hernia umbilical que le invade la mitad de su abdomen, la masa simula un segundo estómago en la pequeña de apenas cuatro meses de edad. María confesó que aún no le ha tocado comer de la basura gracias a la ayuda de las personas, pero que necesita un techo para estar con sus hijos. Dice que lo que hace a diario lo gasta en las medicinas de Camila

La avenida 5 de Julio es testigo silente de la desidia humana en Maracaibo. Más de una decena de hombres y mujeres recorren sus 6.2 kilómetros a diario para “rebuscarse” entre los bancos, centros comerciales y sobre todo restaurantes, que les mantienen calmado el estómago. El hambre empuja cada vez a más personas a la calle. Unos buscan entre la basura, recogen plástico para luego venderlo o por algún impedimento, extienden la mano para recibir un billete que le promete ciegamente resolverle el día.

Las adyacencias de la plaza de La República es la zona más concurrida por los “zamuros” debido al número de restaurantes que hay en la zona. Ahí también pide María Malpica, quien con solo 25 años ya tiene tres criaturas bajo su responsabilidad. Las lágrimas son incontrolables para la joven de tez clara y cabello amarillento al describir su situación. “Desde que mi mama murió se me acabo todo, porque mi familia me tiró para la calle con mis hijos”.

María está pidiendo en la calle desde enero. Sentada encima de un cartón, en la acera del frente de una entidad bancaria de la popular avenida marabina, sostenía a la menor de sus hijas, Camila, de apenas cuatro meses. Mientras le contaba a La Verdad su “pesadilla”, el llanto de la infante era incesante, por lo que la que justificó: «Llora porque seguro le duele la hernia, a veces me da miedo que le explote la barriga».

Una protuberancia sobresale del estómago de la pequeña de ojos azules. Son aproximadamente 200 gramos de peso y 10 centímetros de masa que simulan un segundo estómago en Camila. Nació con una hernia umbilical que, según explica su madre, le fue creciendo inexplicablemente, invadiendo el 50 por ciento de su estómago. La falta de dinero ha impedido que la menor reciba ayuda médica, además de otras complicaciones de salud. Hasta el más valiente se doblega frente a aquella escena. Los clientes del banco se inclinan y le dan algo de dinero. Mientras tanto, la mujer sigue contando su sufrimiento.

Sola 

“Yo vivía con mi mamá en un cuartico en Santa Rosa de Agua, pero hace dos años ella se murió y sus hermanas me quieren sacar de ahí. Me botan de cada rato y me humillan a los muchachos por un plato de comida. Mami dejó un terreno y también me lo quitaron sus hermanas, me dicen que me vaya de ahí, que duerma en la calle”. Asfixiada por el hambre que estaban pasando sus tres pequeños, María decidió irse a la calle.

Llega a las 7.00 de la mañana a la avenida, recorre farmacias, bancos, y -dependiendo de la hora- se acerca a los restaurantes, donde le dan comida para los niños. Pasadas las 10.00 de la noche regresa a lo que define como «el infierno». Relata: «Dormimos en una goma espuma que me regalaron. Tengo un abanico chiquito que no sopla nada. No hay piso, sino arena, por eso ellos se me enferman tanto».

Antes de que su madre muriera, María trabajaba limpiando las calles de Maracaibo. “Yo era ‘salserín’, pero salí embarazada de Camila y dejé de trabajar. Mi esposo me dejó con la barriga y después a mi mamá le dio un ACV y no pude volver al trabajo. Ella era la que me ayudaba siempre, pero desde que murió quedé en la calle… pidiendo”.

Un menú variado 

La falta de alimentación le secó los senos a María, no produce leche materna. «Ella se me pega, pero ya no me sale nada”. Sin embargo, asegura que, “gracias a Dios”, sus hijos comen. A la más pequeña “le meto chicha de arroz o de maíz que me regalan”, mientras que Yulimar Andrea (de tres años), Diego Andrés (de cinco) y ella comen “las sobras de los clientes de los centros de comida”. Con una sonrisa opaca, María se toma el tiempo para agradecer a Dios: «No me ha tocado comer de la basura todavía».

Mientras guarda “los cobres” en un morral, dice que el rango de dinero que obtiene está entre los cinco y 10 mil bolívares diarios, eso se le va en las medicinas de Camila, que además de su hernia, tiene bronquitis y escabiosis, sufre una fuerte irritación de su zona genital.

AYUDA

María Malpica y sus tres hijos forman parte de los 9,6 millones de venezolanos -casi un tercio de la población- que ingieren dos o menos comidas diarias. La pequeña Camila necesita atención médica y una operación en su abdomen. Además de comida, ropa o cualquier donación que pueda mejorar la situación de esta madre. Sin embargo, para María, quien adelantó que no le teme al trabajo, ruega por una casa donde vivir con sus criaturas. Si usted desea ayudar puede comunicarse con María Malpica a través del 0414.603.72.36

La Verdad