Este es el reportaje censurado por El Universal: El humor es un enemigo muy serio para el chavismo

El día que se materializó la expropiación del Margarita Hilton el humorista Emilio Lovera tenía una presentación en las instalaciones. Contra lo que parecía inevitable, la función se dio: “Bajo la mirada, muy risueña, por cierto, de los soldados que ocuparon el hotel”.

Fue la última vez: octubre de 2009.

Al año siguiente lo contrataron para amenizar un evento empresarial en la isla: “Era una convención que en su programa tenía una noche de recreación. Ya estaba yo en Margarita cuando les dijeron: ‘Emilio Lovera no se puede presentar aquí’. Les propuse dejar las cosas así, pero el productor me dijo que toda la gente quería mi show. Tuvieron que alquilar un salón de emergencia en otro lugar y disponer de transporte para el traslado de las 300 personas de la convención. El show les terminó saliendo muy caro”.

¿Y por qué no puede un artista como Lovera presentarse en los espacios de la cadena hotelera del Estado venezolano? “Hemos pedido a Venetur que nos pase por escrito una explicación o cuáles son los requerimientos y condicionantes para hacer el show, que nos digan claramente que no se puede criticar nada del Gobierno. Pero no lo hacen”.

Eso lo dice Lovera y es tan extraño oír esa voz familiar en un tono sombrío como el de ahora: “Inmediatamente que salga publicada esta entrevista llegarán personas del Seniat a visitarme a mi casa o a cualquier lugar donde me esté presentando”, asegura: “Cada vez que digo algo que exprese una crítica sobre lo que sucede en el país, se activa ese mecanismo. Los mismos funcionarios ya se han sincerado conmigo y me lo dicen: ‘me mandaron a multarte’. Por cualquier cosa, por una coma, por una palabra mal escrita. No llevo la cuenta de cuántas veces me han sancionado porque sufro del corazón, esas cosas me entristecen mucho y mi trabajo es llevar alegría”.

El asunto no para ahí: “También van a los sitios donde tengo shows anunciados y los cierran por una semana justo los días de mis funciones”. Eso, claro tiene consecuencias importantes: los espacios del artista se van reduciendo lo mismo que sus oportunidades de generar ingresos. Y los productores, patrocinantes y locales prefieren evitar riesgos: “Hay lugares en los que sienten que corren peligro si me presento ahí”.

¿El show de Emilio Lovera es de activismo político? “No, es un show que habla de la actualidad y del acontecer de los venezolanos”.

Examinar esa realidad desde la óptica del humor genera reacciones en gente de piel muy sensible. Mencionarla, convertirla en chiste, convocar a la risa con el reflejo de lo que sucede, caricaturizar al poder de la manera que sea, dispara reacciones.

Manuel Silva hace radio y stand-up comedy. Hoy forma parte del trío que conduce el programa radial Calma pueblo. Año 2014, San Juan de los Morros: Silva participa como invitado en la gira “Con todo respeto”, del locutor y animador Alex Goncalves: “Al llegar al teatro del municipio vemos que está forrado con afiches del Presidente Chávez”, recuerda Silva: “Preguntamos si no iba a haber problemas porque teníamos unos pocos chistes políticos y porque yo hago chistes e imitaciones de personajes del gobierno y de la oposición. Nos pidieron ‘bajar el tono’. Durante mis 25 minutos hice imitaciones del alcalde Carlos Ocariz, de Henry Ramos Allup y una –solo como referencia de algo- de Hugo Chávez. La gente de producción me contó que la encargada del teatro sintió que su trabajo estaba en riesgo y cortó las luces de la sala justo cuando me bajé del escenario. Pero no pudo apagar los micrófonos”.

A oscuras, Alex Goncalves intentó seguir la función. Y el público respondió: alumbraron con sus celulares, se quejaron de lo que estaba pasando y –finalmente- se hizo la luz nuevamente. Detrás del escenario hubo momentos de tensión: algunas amenazas de “ahí vienen los colectivos”, de “si siguen vamos a apagarlo todo”. Pero nada de eso ocurrió.

Aquí no

“La gente del teatro está un poco molesta”: así le dijo una de las productoras del show “Los reporteros” apenas bajó del escenario. “Fui a hablar con la señora encargada del teatro y con un tipo que parecía militar”, describe Silva: “Chaqueta deportiva, anillote, corte bajo… Estaba acompañado por una persona morena, de ojos como amarillos, que nunca habló”.

“Lo que hiciste fue una falta de respeto al comandante y a la revolución”, le dijeron. Para Silva no era tan grave: “Un par de chistes tontos, cosas de las que el mismo Chávez a lo mejor se hubiera reído”.

El episodio fue en 2013, durante la gira de este espectáculo en el que participaban los “reporteros” del programa Chataing TV: Jean Mary, Alex Goncalves, José Rafael Guzmán, Led Varela y Silva. Sucedió en Mérida y a Silva no deja de sorprenderle el momento: “Estaban realmente muy molestos. Les expliqué que eso que para ellos era una ofensa, en el contexto del show no era más que un chiste. Me advirtieron que debíamos bajar el tono porque de lo contrario iban a cortar la luz y las cosas podían ponerse feas. Hablé con el resto de los compañeros y decidimos suavizar un poco. Los productores locales escucharon que iban a llamar a gente de los colectivos y al terminar el show nos fuimos directo al autobús, sin compartir con el público como normalmente hacíamos”.

“Es muy poco lo que digo sobre política en mis shows”, explica Bobby Comedia, un nombre importante en la escena del stand-up comedy local: “Tengo cuatro o cinco chistes sobre el Gobierno o la situación el país, pero no me voy mucho por lo político. Tampoco suelo hacer presentaciones en hoteles del Estado y por eso no he tenido problemas, pero hace un par de años en Puerto La Cruz antes de un show a beneficio de una fundación, en un hotel, los productores locales me pidieron que no hiciera alusiones al tema y luego los gerentes del hotel también lo hicieron y ahí sí me sentí intimidado. Me dijeron que ante cualquier mención política iban a apagar las luces. Me monté y lo único que dije al respecto fue ‘estamos acostumbrados a que las cosas no funcionen’ y la gerente del hotel le dijo a los productores ‘otra más así y apago la luz’. La verdad es que uno no puede hablar de la escasez, ni de temas sociales”.

Luis Chataing sabe de esto. Nunca ha disimulado su posición crítica ante el Gobierno y eso ha tenido consecuencias en su carrera. Para empezar está el “detallito” de la salida de Televen de su programa televisivo como consecuencia de presiones desde el poder, cosa que lo empujó a hacer una gira por el país con el show “Fuera del aire”, del cual terminó haciendo un documental y un libro. Y escucharle hablar de lo que le ha tocado vivir es descorazonador: “Mi primera experiencia de negación de un espacio público para mi espectáculo fue en el Teatro de la Ópera de Maracay hace ya unos años. Ya estaban las entradas vendidas y de pronto surgió un plan de remodelación y cancelaron mi show. Luego me enteré de que la orden la dio el entonces gobernador Rafael Isea”.

Chataing se ha paseado por casi todo el país con tres monólogos –el primero en 2009- y con “Fuera del aire”. Y ya está con su cuarto unipersonal llamado “Todo gira”. Jorgita Rodríguez ha sido su productora a lo largo de este tiempo y es ella quien recibe los portazos en la cara: “Esa vez en Maracay era el estreno en el interior del país de ‘Ahora me toca a mí’ y a última hora el gerente del teatro me dijo que Luis no podía presentarse ahí ‘por órdenes superiores’. Tuvimos que irnos a otro lugar en un municipio no controlado por el chavismo”.

“En definitiva tengo negado el acceso a los hoteles de Venetur porque mi discurso no cuadra con el del Gobierno”, denuncia Chataing: “Y no solo ahí. Una vez el director de orquesta Eduardo Marturet me propuso participar en un concierto de la sinfónica con música de The Beatles y luego me tuvo que llamar, avergonzado, porque le prohibieron que yo participara en el evento”.

En Barinas hubo un prolongado veto a la presencia de Chataing hasta que la alcaldía capitalina cambió de bando: “Hicimos cinco o seis intentos de ir a la ciudad de Barinas pero nunca le dieron los permisos a los productores locales”, explica Rodríguez: “Y después de muchas vueltas siempre les decían que Luis no podía presentarse por orden de la gobernación”. Antes de que se plantearan las cosas en esos términos, Chataing recuerda una función en la ciudad del clan Chávez: “Era un lugar privado. El público llegó y de pronto cortan la luz, justo en la cuadra donde estábamos. Todo lo demás estaba iluminado. La gente se quedó casi dos horas, hasta que pusieron la luz”.

Rodríguez vio la oportunidad de sacarse la espina tras las elecciones regionales de 2013: “Cuando ganó el alcalde José Luis Machín lo contacté y le expuse el problema y solo así pudimos ir finalmente a Barinas. Nos llevamos también a Claudio Nazoa y a Laureano Márquez. Había rumores y amenazas de saboteo, pero la alcaldía dispuso un operativo de seguridad en el lugar. Fue en un local llamado Casa Quero’s, porque el Teatro Orlando Araujo, por supuesto, está negado. Todos los teatros y hoteles en manos del Estado están negados para Chataing y para otros artistas que no se identifican con el oficialismo”.

El pasado 27 de marzo estaba pautada una presentación de Chataing en el Centro Cultural Español de El Tigre, en Anzoátegui. El día 12, el organizador local, Félix Colucci, le envió un correo a Rodríguez con la mala noticia: a pesar de haber cumplido con todos los requisitos legales y económicos, la alcaldía negó el permiso porque “no van a permitir eventos de la oposición”. Colucci anunció la suspensión con un aviso de prensa: “Presentación no permitida por las autoridades municipales”. Y sigue insistiendo: tramitó la permisología para llevar el nuevo monólogo de Chataing a El Tigre y se la negaron. Apeló entonces a una solución creativa: organizar dos funciones de “Todo gira” en la vecina Cantaura, una a las 8 de la noche y otra más temprano convocando al público de El Tigre para el cual está coordinando un servicio de transporte. ¿Podrá? ¿O alguien decidirá trancar la vía entre ambas ciudades?

Oscar Medina/@oscarmedina1

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