El testimonio de zulianos que vivieron el sismo en Ecuador

«Es una verga tan arrecha que lo que único que hacía era rezarle a Dios para que se parara la tierra»

“Esto es lo más feo que me ha pasado. Yo creía que me iba a morir. La gente en la calle gritaba, y no paraba de temblar. Yo pensaba que se iba a rajar la tierra”, dijo el zuliano Juan Perdomo al Diario La Verdad.

Perdomo vive en la zona costera ecuatoriana, específicamente en la provincia de Esmeraldas que colinda con Manabí donde se registró el epicentro del sismo de 7,8 de magnitud.

A sus 43 años confiesa que no había vivido un susto similar. “Es una verga tan arrecha que lo que único que hacía era rezarle a Dios para que se parara la tierra”.

“Estabamos en la sala (él y un grupo de amigos) y cuando empezamos a sentir el temblor salimos pa’ la calle y uno no podía estar en pie. Al lado hay un estadio y empezó a caerse todas las torres de alumbrado”, relató el marabino.

Ni Perdomo ni el grupo de amigos resultaron heridos, pero la casa en la que viven sí registró daños. Una parte se cayó y el resto de las paredes se agrietaron. “Se cayeron unas cuantas paredes aquí en la casa. Esto fue feísimo, algo indescriptible“, insistió.

Perdomo no durmió en su casa por miedo a las réplicas tras el terremoto. El susto aún no lo pasa y quiere regresar a Venezuela. Labora en Ecuador con una contratista petrolera que le trabaja a Petroecuador en la refinería Esmeraldas y de poliductos, pero tras el sismo llamó a su jefe y le dijo: “Cuando pueda me da la plata que me debe, yo me regreso a Venezuela”.

Marialix Valero, otra zuliana que reside en la capital de Ecuador desde hace casi un año, contó a Sumarium su experiencia.

“Estábamos en Quito, Centro Norte, en un segundo piso. El temblor no se sintió tan fuerte, pero sí fue demasiado largo. Estaba con una amiga que comenzó a rezar. Hemos sentido otros temblores, pero nunca tan largos. Calculamos que duró casi tres minutos”.

Valero no supo la gravedad del sismo hasta que vio la noticias, pero su compañera de habitación, que estaba sola en su residencia, ubicada en un cuarto piso hacia las montañas, resume así su experiencia: “Sentía que en cualquier momento se iba a abrir el edificio por la mitad, porque el temblor era muy fuerte. Se cayeron algunas cosas en la sala y la gente salió a la calle gritando y algunos llorando”.

Una vez en su casa, Marialix, su hermano, su novio y su compañera de residencia prepararon un “kit de emergencia” con los documentos importantes “y con lo que decían en las noticias”. “Uno no sabe cuando hay que salir corriendo”, sesgó.

Quito. Recolecta de comida, agua y ropa para los afectados. Tribuna de los Shyris. Crédito: Maialix Valero.

Recolecta. Centro de Exposiciones en Quito. Crédito: Marialix Valero.

SM