El Cooperante señaló uno a uno, los culpables opositores que atornillaron a Nicolás Maduro

Maduro

Nicolás Maduro no hace mayor cosa para convencer a los rojos, pero algunos dirigentes opositores se encargan de eso.

La Oposición venezolana ha vuelto a caer en un terrible laberinto. Tal como ocurrió en 2005 y del que pasaron años para que pudiera unificarse para hacerle frente al Gobierno. Sí, está dividida, y por una campaña de intrigas – dirigida por el G2 cubano-  que logró desarticularla  e insólitamente desconectarla de la mayoría de los venezolanos que gritan urgentemente salir de la dictadura. Y además de la campaña de intrigas, la estulticia de los dirigentes. No es que los dividen, es que se dejan dividir y le hacen, directa o indirectamente, el mandado al régimen.

Ya lo hemos señalado en El Cooperante en notas anteriores. La clave para luchar contra un Gobierno tramposo y sostenido por las armas militares,  es la unidad.  Ese es el camino a seguir, no hay otro. No se trata de gritar desaforadamente que “hay que salir de la dictadura ya o como sea” -como lo dicen extremos minoritarios pero radicales de la dirigencia opositora- sin tener una ruta o plan a seguir.

Ya ocurrió en 2015 en las elecciones legislativas, cuando pese a las terribles e inimaginables obstáculos por los que atravesó la Oposición, el Parlamento fue recuperado con una votación histórica. Y entonces, Maduro se quitó la máscara y ha dejado ver lo que realmente es: un dictador. Pero el triunfo opositor fue desaprovechado por la dirigencia. Comenzaron a prometerse imposibles. Y en lugar de buscar culpables en Miraflores por el desacato a la Asamblea Nacional, la campaña de intrigas orquestada por laboratorios de guerra sucia de las redes sociales terminó culpando a las víctimas; es decir, a los diputados que cumplieron con el trabajo de aprobar las leyes prometidas. Y de esa campaña sucia participaron sectores liderados, por ejemplo, por María Corina Machado. Intencionalmente o no.

“¿Tenemos que estar todavía más jodidos para entender que el enemigo es el régimen, no la MUD, los partidos y sus dirigentes?”, dijo el periodista Rafael Poleo hace varias semanas.

Justamente, a un mes de haberse realizado las cuestionables elecciones presidenciales, la MUD, el G4 (AD, UNT, VP y PJ) y el Frente Amplio -que todavía no cuaja y por lo visto no va a cuajar- no han dicho al país cómo capitalizar la abstención del sainete electoral del 20 de mayo. Hasta ahora, la única respuesta son ruedas de prensa semanales para decirle al país lo que ya conoce, y el tristemente célebre “arbolito de Navidad” del diputado Jorge Millán, por el que fue vetado por César Miguel Rondón. Entonces llamaron a abstenerse y ahora no consiguen la forma de recuperar credibilidad. Ya han convocado varias protestas y no acuden ni los propios convocantes, confesó a esta sala de redacción un alto dirigente opositor.

Mientras tanto, Henri Falcón oficializó una nueva coalición (“Concertación por el cambio”) integrada por el MAS, Avanzada Progresista y otras organizaciones que han solicitado su reinscripción al Consejo Nacional Electoral (CNE), pues dijo, participará en los comicios de concejales previstos para diciembre de este año. Lo más curioso es que COPEI, el partido que le dio más votos a Falcón en las presidenciales, no está incluido en la plataforma. Además, el exgobernador de Lara adelantó que Felipe Mujica dirigirá la comisión que evaluará la posibilidad de “negociar” con Maduro. Ahí va Falcón. No aprende que solo no llega a ninguna parte. Ahí van María Corina Machado y Antonio Ledezma, despotricando de los presos políticos que aceptaron una libertad a medias, y anunciando la caída del régimen porque “son los días finales”, pero no dicen qué es lo que debe hacerse para que aquello ocurra. Ahí va el Frente Amplio, que luce estrecho e inoperativo. Y ahí va la MUD, presa de sus propios errores. El mayor error de la MUD fue ceder ante el chantaje de los radicales sin partido y sin planes creíbles. 

Y mientras eso no cambie, ahí va Maduro. Depurando su entorno y atornillado en el poder. Los mejores aliados de Maduro no son los cubanos, sino los dirigentes opositores cuyo único oficio es atacar más a la Oposición que al propio Gobierno.

cortesía de El Cooperante