23 años del 27N: una rebelión infructuosa que dejó huellas en la historia nacional

Tal día como hoy, hace 23 años, Venezuela comenzó a escribir un nuevo capítulo en su historia. El 27 de noviembre de 1992 una rebelión cívico militar se levantó por segunda vez en contra del gobierno del entonces presidente Carlos Andrés Pérez.

Con la intención de concluir lo iniciado el 4 de febrero de ese mismo año por el teniente-coronel Hugo Chávez Frías, una nueva insurrección liderada en esta oportunidad por Hernan Gruber Odreman, Francisco Visconti y Luis Reyes Reyes tomó las calles y el cielo del Distrito Capital para extenderse luego a los estados Miranda, Aragua y Carabobo.

En líneas generales, el fondo de los acontecimientos se centró en la grave crisis existente tanto en los partidos políticos como en la Fuerza Armada. El primero basado en el declive de la institución partidista a partir de los años 80 y el segundo en los alzamientos militares de febrero, los cuales demostraron que la armada, había dejado de ser un elemento de un solo pensamiento.

La insurrección fue controlada por el Gobierno el mismo 27, lo que provocó la rendición de los involucrados, su huida y posteriormente el asilo en Perú de cerca de un centenar de estos, entre ellos el general Visconti, quien no quiso enfrentar las responsabilidades de su acción.

A pensar de no haber alcanzado sus objetivos, la historia venezolana quedó divida para dar cabida a profundas transformaciones políticas y sociales, las misma que allanaron el camino que condujo hacia victoria del presidente Chávez en 1999.

En el 2006 el presidente de la República, Hugo Chávez, ubicó el alzamiento de noviembre dentro de la trilogía de acontecimientos que iniciados en 27 de febrero de 1989, el estallido masivo y sorpresivo de violencia popular conocido como “El Caracazo”.

Operación Yare

El mismo 27, Francisco Ameliach y en compañía de unas 50 personas, ejecutaron la “Operación Yare”, la cual tuvo dos objetivos principales: primero rescatar al entonces prisionero Hugo Chávez y segundo ponerle fin al gobierno de Carlos Andrés Pérez. El plan no logró los objetivos pero se convirtió en uno de los episodios más heroicos de aquella rebelión.

Ameliach junto al sargento Ronald Acosta, César Peñaloza y el profesor José Francisco Jiménez Castillo, cerca de las dos de la mañana, apenas con tres pistolas y una escopeta, trataron de tomar la alcabala que estaba en las inmediaciones de Yare.

Los cuatro oficiales se resguardaron en el antiguo Instituto Nacional de Obras Sanitarias, cerca de la alcabala, a esperar por los refuerzos provenientes de La Victoria, estado Aragua. Cuando Ameliach se unió al teniente Maya Silva, iniciaron la operación para rescatar a Chávez.

“Iba a ser muy difícil porque había más de 400 personas dentro de la cárcel de Yare y nosotros éramos como 50 y luego, la aviación tampoco nos apoyó, pues no sobrevoló el lugar. Así que la estrategia planificada fue disparar los morteros para dar la sensación de que la Aviación estaba contribuyendo con el asalto”. El propio Ameliach se encargó de manipular el mortero, tenía las coordenadas para disparar las granadas y hacerlas llegar al patio”, relató Maya al diario Ciudad CCS.

Pasadas las siete de la mañana, los revolucionarios dispararon la primera granada hacia el patio del recinto penitenciario. La respuesta de quienes controlaban Yare no se hizo esperar.

“Cada disparo de ellos tumbaba media pared del rancho de bahareque donde nos escondíamos, cuando ya llevábamos medio rancho por el suelo le dije a mi mayor Ameliach: ‘Vámonos que nos van a matar’, y él me contestó: ‘Todavía quedan granadas’”, recordó Maya.

Los oficiales se retiraron del lugar en medio de una lluvia de balas.

Ameliach volvió a su lugar de comando en Oriente, no notaron la ausencia en su puesto de maniobras. Maya Silva en cambio fue puesto preso.

Foto: 04 de febrero de 1992 – Hemeroteca Nacional

Foto: El Diario de Caracas, 28 de noviembre de 1992

Foto: El Diario de Caracas – 28 de noviembre de 1992

Foto: Últimas Noticias – 29 de noviembre de 1992

Foto: El Diario de Caracas, 28 de noviembre de 1992