Tras 77 días no hay rastros de la sobrina de Gabriel García Márquez

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Durante 77 dolorosos días, la familia de Gabriel García Márquez, el ganador del premio Nobel de literatura en 1982, se ha mantenido en la más completa incertidumbre.

Y es que Melissa Martínez García (34), nacida en Venezuela y sobrina nieta del escritor de Cien años de soledad, desapareció el 20 de agosto, sin dejar rastro alguno, en el departamento de Magdalena, en Colombia.

De acuerdo con medios internacionales, como la BBC y The Guardian, su desaparición fue notificada rápidamente a las autoridades, quienes -cuatro días después- encontraron su camioneta vacía en la zona de Sierra Nevada de Colombia.

En un comienzo, los investigadores trataron su ausencia como una “desaparición transitoria” y un posible delito perpetuado por “delincuentes comunes”. Sin embargo, este 31 de octubre, la policía confirmó que se trata de “un secuestro con fines extorsivos” y que los captores solicitan cinco millones de dólares (4,3 millones de euros) para liberar a la empresaria de su desconocido paradero.

Melissa Martínez García -descendiente de la sobrina del fallecido Gabo e hijastra de un apreciado productor agrícola- se graduó como licenciada en diseño gráfico.

No obstante, Meli (como la llaman en su círculo íntimo) se dedicaba a la administración de una finca familiar, en las cercanías de la ciudad de Santa Marta. Ese era precisamente su destino cuando fue interceptada, hace tres meses, por un grupo de delincuentes, que aún no han sido identificados.

Tras las investigaciones preliminares, los lugareños y la prensa local barajaron la posibilidad de que el secuestro hubiese sido desarrollado por un grupo político o incluso una organización ligada al narcotráfico, denominada Los Pachenca. “La Sierra es la última escala de la cocaína antes de partir al extranjero.

Ellos se mueven por la zona de influencia por donde desapareció Melissa Martínez”, publicó hace tres semanas el portal Las 2 orillas. Pese a esto, el director de la brigada antisecuestro y extorsión de Colombia insiste en que no hay una banda criminal relacionada con el rapto.

Igualmente, los dirigentes del sector bananero, al que representa Martínez y su padre adoptivo, han tomado la causa de Melissa como personal (ante la sospecha de que lo ilícito se relacione con sus negocios) y han solicitado mayor seguridad para sus trabajadores. “Esto no deja de preocuparnos.

Es un secuestro y es delicado. No es el robo de una motobomba o de un aspersor”, comentó un dirigente, según El Heraldo. Asimismo, el “papá de crianza” de la desaparecida, Miguel Lemus, se atrevió a afirmar a la revista Semana que su niña sí fue secuestrada por motivos monetarios. “Con los empleados de la finca, ella ha sido una mujer de buen trato y una dulzura propia de su juventud.

En el análisis de estas cosas, consideramos que su desaparición tiene un propósito económico”, expresó. Pero el resto de la familia ha elegido no referirse al tema. No quieren entorpecer la investigación -que se ha extendido por aire, tierra y montaña-, en pos de recuperar a Melissa. , reseña El Nuevo País