Theresa May irá el sábado a Bruselas, cumbre crucial sobre el Brexit

La primera ministra británica, Theresa May, volverá el sábado a Bruselas para continuar la negociación del Brexit, la víspera de una cumbre crucial para un divorcio con acuerdo, tras una reunión de alto nivel este miércoles sin el avance decisivo esperado. La cita crucial en la capital belga es en tres días.

«Volveré el sábado para mantener más reuniones… para negociar cómo podemos asegurarnos de que podemos concluir este proceso de forma que proteja los intereses de nuestro pueblo» dijo May tras un encuentro con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, reseló AFP.

Una portavoz del ejecutivo comunitario, que lidera la negociación del Brexit en nombre de los 27 socios de Reino Unido, destacó los «buenos progresos» registrados durante el encuentro de dos horas en la capital belga, si bien precisó que «el trabajo continúa».

La falta de anuncio de un acuerdo sobre la declaración política sobre la futura relación entre la Unión Europea (UE) y Reino Unido, que May y Juncker debían abordar, aumenta la presión y la incertidumbre sobre la celebración el domingo de la cumbre de mandatarios en Bruselas para dar el visto bueno al acuerdo de divorcio.

Varios países reclamaban que esta declaración política, base de la futura negociación para un acuerdo comercial, estuviera cerrada para el viernes, cuando está prevista una reunión de los asesores de las capitales europeas para cerrar los últimos detalles y preparar el encuentro de los mandatarios.

Aunque la UE quiere «una ausencia de derechos de aduana y de cuotas para bienes» con Reino Unido, varios países europeos reiteran que esto no equivale a un escenario como el actual de libre circulación de bienes, como querría el gobierno británico.

‘Capacidad de veto’

El documento de unas 20 páginas y no vinculante acompañará el proyecto de acuerdo de divorcio, desvelado el pasado miércoles y que España quiere modificar para blindar su derecho a veto a la futura relación entre el bloque y Gibraltar, una maniobra que genera preocupación en la UE.

Este territorio británico, situado en el extremo sur de la Península Ibérica, se ha convertido en uno de los últimos e inesperados escollos en la negociación del Brexit, que todavía debe cerrar otros puntos como el futuro de la flota europea en aguas británicas o el alcance del período de transición.

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, reiteró el miércoles en Valladolid que España ejercerá «su capacidad de veto» durante la cumbre prevista el domingo para formalizar el acuerdo, si el texto no garantiza negro sobre blanco su exigencia.

Madrid quiere blindar el principio, aceptado por sus socios en abril de 2017 en sus orientaciones políticas para la negociación, de que tras el Brexit «ningún acuerdo entre la UE y Reino Unido podrá aplicarse al territorio de Gibraltar sin el acuerdo» de España.

«Lo que estamos haciendo es defender los intereses de la nación española y eso lo vamos a hacer hasta el final», agregó Sánchez tras una cumbre con su par portugués, António Costa, quien le expresó su apoyo, urgiendo a respetar las «líneas rojas» de cada país.

La primera ministra británica defendió este miércoles ante el Parlamento británico que no excluirá a este enclave británico de sus negociaciones sobre la futura relación con la UE. «Queremos un acuerdo que funcione para toda la familia de Reino Unido», agregó.

La inesperada ofensiva de España, un país tradicionalmente alineado con los planes de la Comisión, generó «preocupación» entre el resto de países europeos. Un diplomático de la UE advirtió incluso de una eventual «ruptura de todo el acuerdo» si se reabre el texto.

La canciller alemana Angela Merkel expresó este miércoles ante el parlamento de su país la esperanza de hallar antes del domingo una solución al problema planteado por España respecto a Gibraltar, pero reconoció no saber «cómo» se solventará.

‘Más incertidumbre, más división’

La retirada de los británicos está prevista el 29 de marzo a la medianoche de Bruselas. Sin embargo, la ruptura definitiva tendría lugar al término de un período de transición previsto inicialmente hasta el 31 de diciembre de 2020.

Durante este período, en el que Reino Unido seguirá tanto en la unión aduanera como el mercado único europeo y respetará las reglas de la UE sin tener derecho a voz ni voto, Londres y Bruselas deberán cerrar su futuro acuerdo comercial, político y de seguridad.

Una de las incógnitas todavía por despejar es hasta qué fecha podrá prorrogarse este período transitorio. El negociador europeo, Michel Barnier, se mostró abierto a la posibilidad de extenderlo hasta dos años más, según fuentes europeas.

La dificultad más complicada hasta el momento era evitar una frontera para bienes entre Irlanda e Irlanda del Norte, que se solventó con la creación de un «territorio aduanero único» entre Reino Unido y la UE en caso de que no se logre una solución mejor en el marco de la futura relación comercial.

Sin embargo, esta opción generó una nueva ofensiva del sector euroescéptico del Partido Conservador de Theresa May, que consideran que la premier otorgó varias concesiones a sus socios europeos en la negociación.

Antes de viajar a Bruselas, May advirtió ante su Parlamento, que debe ratificar el acuerdo del Brexit, que un voto negativo podría implicar un divorcio con «más incertidumbre, más división» o que Reino Unido permaneciera finalmente en la UE, junto a sus 27 socios.