«Por qué la solución a la guerra en Siria pasa por Moscú»

PJ Crowley fue secretario de Estado para Asuntos Públicos, de Estados Unidos, al servicio del gobierno del presidente Barack Obama entre 2009 y 2011.

En la actualidad es profesor y miembro del Instituto para Diplomacia Pública y Comunicación de la Universidad George Washington.

El siguiente artículo para la BBC refleja su opinión personal sobre la creciente influencia de Moscú en la búsqueda de una solución a la crisis de Siria.

 

Es difícil hacerse una idea precisa a partir de las dramáticas imágenes de los refugiados y los inmigrantes que se han enrumbado hacia Europa que hemos visto en las últimas semanas. Muchos de ellos en botes, otros por tren y otros a pie. ¿Quiénes son? ¿Por qué están huyendo en aparentemente cantidades que van en aumento? ¿Por qué ahora? ¿Qué ha cambiado?

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Europa está intentando dar una respuesta coherente al problema, que tome en cuenta la variedad de capacidades y tendencias políticas de sus 28 miembros.Desde el pragmatismo compasivo de la canciller alemana, Ángela Merkel, al airado populismo del primer ministro húngaro, Viktor Orban.

Y estos refugiados e inmigrantes están huyendo de muchos conflictos y crisis.

Pero el principal factor común parece ser la guerra civil en Siria, que ya lleva cinco años.

 

Para muchos, este creciente flujo migratorio sugiere que, sin un aparente final a la vista, las personas han decidido abandonar Siria del todo. El país que conocieron ya no existe. No hay marcha atrás.

Y las ramificaciones son enormes: Siria es un Estado fallido. No está claro si logrará sobrevivir como un Estado único soberano.

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La demografía de los países que rodean Siria está cambiando dramáticamente. 25% de la población de Líbano es siria; en Jordania es 10%.

Para ponerlo en perspectiva, en Estados Unidos seguimos en una discusión sin fin de qué hacer con 11 millones de indocumentados. Ahora triplique o cuadruplique ese número.

Música para Putin

La crisis ha generado una nueva sensación de urgencia para encontrar una solución al conflicto sirio. Y eso es música para los oídos del presidente de Rusia, Vladimir Putin.

Putin ha estado ocupado en las últimas semanas, discutiendo el tema de Siria con una gama de líderes regionales e invitando a Moscú para consultas a los representantes de las diferentes facciones enfrentadas.

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Nos informan que el presidente Putin utilizará su próximo discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas, el 28 de septiembre en Nueva York, su primero en una década, para exhortar a una extensa cooperación internacional en torno a Siria.

Por supuesto, no deja de ser irónico, porque, al lado del presidente de Siria, Bashar al Assad, Putin carga con una parte significativa de responsabilidad por la cada vez más profunda tragedia en Siria, con cientos de miles muertos y millones de desplazados.

Assad nunca hubiera sobrevivido todo este tiempo sin la ayuda de Rusia.

Pero, para Rusia, Siria representa el último bastión de alguna importancia en Medio Oriente. Su posición estratégica permite a Rusia proyectar su poder en el Mediterráneo.

Recientemente, Putin parece haber incrementado la presencia militar y asistencia rusa en Siria; más personal, aviones, helicópteros y material, ante la pérdida de terreno e impulso del ejército sirio en el campo de batalla.

 

La medida ha llamado la atención del gobierno del presidente Barack Obama. Ha habido una ráfada de llamadas recientes entre Moscú y Washington buscando aclaración sobre las intenciones rusas. Una incluyó el primer contacto entre los ministros de Defensa de ambos países en más de un año.

La creciente presencia rusa requiere que los dos países establezcan procedimientos para asegurar que no entre en conflicto con la actual campaña aérea de EE.UU. contra el autodenominado Estado Islámico (EI).

El secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, dijo en Londres que el restablecimiento de contracto también intenta buscar un «área común» al tiempo en que la comunidad internacional considera qué pasos seguir.

El común denominador es que todos quieren derrotar a Estado Islámico. Putin bien quisiera impulsar la idea de una gran coalición, que incluye Irán, para lograr ese objetivo.

 

Pero Washington, Moscú y la región tienen interpretaciones muy diferentes de lo que significa la crisis y cómo resolverla.

El gobierno de Obama ve a Assad como la figura central del conflicto y, desde 2011, ha llamado a que dimita. La guerra no terminará hasta que él se vaya.

El presidente Putin tilda de terroristas a los opositores de Assad y lo ven como la punta de lanza contra el extremismo. Él sostiene que los refugiados están huyendo de EI, a pesar de que la mayoría de los observadores humanitarios señalan los ataques del régimen, incluyendo el uso de bombas de barril llenas cloro.

 

Muchos en la región ven la expansión de las ambiciones hegemónicas de Irán en Siria. Nadie en la actual coalición internacional, excepto Irak, considera a Irán un aliado.

Es difícil ver cómo estas diferencias pueden ser superadas.

Putin no es el gran estratega que frecuentemente se cree, pero detecta una oportunidad y está moviéndose decididamente para ocupar un papel protagónico e influir en eventos futuros.

Hace dos años, Putin ayudó al presidente Obama a rescatar una victoria diplomática que eliminó el arsenal de armas químicas sirias, después de que el régimen de Assad cruzara la «línea roja» cuando las usó en la guerra civil de ese país. La medida se anticipó a un voto en el Congreso sobre el uso de fuerza militar que se preveía que Obama perdería.

 

Putin estaba contento de poder ayudar. Ahora quiere estar presente a medida que los líderes europeos luchan con la crisis de refugiados y sus consecuencias políticas.

¿Habrá algo grande qué negociar con respecto a Siria? Probablemente no, al menos no hasta que Vladimir Putin esté dispuesto a abandonar a Assad. Los recientes movimientos militares rusos sugieren que todavía no ha llegado a eso.

Pero la actual situación coloca a Putin de vuelta en el escenario y le permitirá usar la crisis de refugiados para empezar a sacar a Moscú de su aislamiento por Ucrania.

Una de las narrativas favoritas tiene que ver con lo indispensable que es EE.UU. Pero cuando se trata de la tragedia en Siria, Putin está dejando en claro que el camino hacia una resolución definitiva pasa por Moscú.

 

 

BBC MUNDO