Médicos en Holanda ayudan a una joven a poner fin a su vida

En enero de este año, una joven holandesa llamada Brouwers bebió veneno suministrado por un médico y se acostó. Así esperó a que le llegara la muerte. Pero ella, a diferencia de la mayoría de enfermos que recurren a la eutanasia en Holanda, no era una paciente terminal y además tenía 29 años. La enfermedad psiquiátrica que la atormentaba desde los 12 años fue motivo suficiente para acabar con su vida.

«Tengo 29 años y he elegido someterme voluntariamente a la eutanasia. Lo he elegido porque tengo muchos problemas de salud mental. Sufro de forma insoportable y no tengo esperanza. Cada aliento que tomo es tortura», se puede oír en una grabación que realizó pocos días antes de morir.

Un equipo de la cadena de televisión holandesa RTL Nieuws pasó dos semanas grabando a Aurelia Brouwers mientras viajaba hacia su cita con la muerte, planificada para las 2 de la tarde del viernes 26 de enero. En una pizarra blanca en su casa, tachó los días con un rotulador negro.

Durante esas últimas semanas, pasó su tiempo con sus seres queridos, haciendo trabajos manuales y montando en bicicleta en Deventer, una ciudad que adoraba.

También visitó el crematorio, el lugar que eligió para su propio servicio fúnebre.

Un historial de sufrimiento

sufrimiento

Su historia es, en muchos sentidos, típica y exclusivamente holandesa.

La eutanasia es ilegal en la mayoría de los países, pero en Holanda está permitida siempre que un médico esté de acuerdo en que el sufrimiento de una paciente es «insoportable sin perspectivas de mejora» y si no hay alternativa razonable en la situación del enfermo.

Estos criterios son más fáciles de aplicar en el caso de un enfermo de cáncer terminal, o una enfermedad irreversible que produce un gran dolor. De hecho, la gran mayoría de las 6.585 muertes por eutanasia en Holanda en 2017 fueron casos de personas con una enfermedad física.

Pero 83 personas fueron sometidas a eutanasia por razones de sufrimiento psiquiátrico. Eran personas como Brouwers, cuya condición no era terminal pero sí conllevaba un enorme sufrimiento y no tenía vistos de mejorar.

Aurelia Brouwers comenzó a pensar en la muerte como solución tras un largo historial de enfermedades mentales.

«Cuando tenía 12 años sufrí de depresión. Y cuando me la diagnosticaron por primera vez me dijeron que tenía un trastorno límite de la personalidad», dice en el reportaje. «A eso le siguieron otros diagnósticos: trastorno de apego, depresión crónica, tendencias suicidas crónicas. Sufro ansiedad, psicosis y escucho voces».

Sus médicos no respaldaban sus pedidos de eutanasia. Así que acudió al último lugar donde podía tener alguna esperanza.

El último recurso

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Envió una solicitud a Levenseindekliniek, la clínica del «fin de la vida», en La Haya.

Este es un lugar de último recurso para aquellos cuyas solicitudes han sido rechazadas por su propio psiquiatra o médico de cabecera.

La clínica supervisó 65 de las 83 muertes aprobadas en áreas psiquiátricas en Holanda el año pasado, aunque solo el 10% de las solicitudes por razones psiquiátricas son aprobadas. Además, el proceso puede llevar años.

«Nunca fui feliz, no conozco el concepto de felicidad» , palabras de Aurelia Brouwers, enferma psiquiátrica que se sometió a eutanasia en 2018.

«Los pacientes psiquiátricos que vemos son más jóvenes que los pacientes físicos», indica la doctora Kit Vanmechelen, una psiquiatra que evalúa a los solicitantes y realiza la eutanasia, aunque no participó directamente en la muerte de Brouwers.

«Aurelia Brouwers es un ejemplo de una mujer muy joven. Y eso hace que sea más difícil tomar la decisión porque en esos casos, le quitas mucha de la vida que tiene por delante».

Decidir entre la vida y la muerte

Durante sus últimas dos semanas de vida, Brouwers estaba angustiada y se autolesionaba.

«Estoy atrapada en mi propio cuerpo, en mi propia cabeza, y solo quiero ser libre», se le escucha decir en el reportaje de la televisión holandesa.

«Nunca he sido feliz, no conozco el concepto de felicidad».

«No se encontraba muy estable», recuerda Sander Paulus, el periodista de RTL Nieuws que pasó con ella gran parte de sus últimos 15 días de vida. «Creo que sentía mucha presión en su cabeza. Ya no conseguía hablar muy bien, excepto cuando lo hacíamos sobre eutanasia. En eso fue siempre muy clara».

¿Pero la claridad significa que alguien tiene la capacidad mental de elegir entre la vida y la muerte?

De acuerdo con la ley holandesa, un médico debe reconocer que la solicitud de eutanasia de un paciente es «voluntaria y ha sido profundamente considerada».

Aurelia Brouwers argumentó que ella era completamente competente para tomar la decisión. Pero, ¿podría ser su deseo de morir un síntoma más de su enfermedad psiquiátrica?

«Creo que nunca puedes estar 100% seguro de eso», opina la doctora Vanmechelen.

«Pero sí debes hacer todo lo posible para ayudarlos a que los síntomas de la patología disminuyan. En los casos de trastornos de personalidad, desear morir es bastante común. Pero si el paciente es consciente y ha seguido distintos tratamientos para su trastorno, su deseo de morir es tan válido como el de un paciente de cáncer que dice que no quiere continuar con su vida», añade la psiquiatra.

Controversia por su caso

estudio de caso clinico

«¿Cómo podría saber?, ¿cómo nadie puede saber si el deseo de morir es o no una señal de la enfermedad psiquiátrica del paciente? El hecho de que uno pueda racionalizar al respecto, no significa que no sea un signo de la enfermedad», expone el psiquiatra Frank Koerselman, uno de los críticos de la eutanasia en casos de enfermedad mental más vehementes.

Él sostiene que los psiquiatras nunca deben confabularse con los pacientes que quieren morir.

«Es posible no contaminarse por su falta de esperanza. Estos pacientes la perdieron, pero puedes permanecer junto a ellos y ayudarlos a seguir de otra manera. Y puedes hacerles saber que nunca te rendirás», dice.

La muerte de Aurelia Brouwers generó un gran debate en Holanda y fue noticia en todo el mundo. Nadie sugirió que fuera ilegal, aunque los críticos se preguntaron si éste era el tipo de caso para el que se diseñó la ley que desde 2002 permite la eutanasia.

«¿Cómo se puede saber si el deseo de morir es o no una señal de su enfermedad psiquiátrica? Frank Koerselman, psiquiatra.

Hay opiniones diversas que se dividen entre si había o no otra alternativa factible.

Por ejemplo, Kit Vanmechelen sostiene que cuando las personas solicitan la eutanasia por motivos psiquiátricos, en algunos casos se matarán a sí mismos si no lo consiguen. En su opinión, este tipo de casos deberían considerarse de la misma manera que enfermedades terminales.

«He tratado a pacientes que sabía que se iban a suicidar», dice ella. «Lo sabía. Ellos mismos me lo dijeron y yo pude sentirlo. Es en estos casos en los que me siento muy agradecida por tener una ley que permite la eutanasia. Muchos de estos pacientes psiquiátricos yo realmente los considero enfermos terminales», asegura.

«Y no quiero abandonar a mis pacientes que no pueden continuar con sus vidas, eso es lo que me hace facilitarles acceder a la eutanasia».

«Sé que algunos de mis pacientes acabarán suicidándose y no quiero abandonarlos en el final», dijo Kit Vanmechelen, doctora psiquiátrica.

Pero hay opiniones muy contrarias.

«Simplemente no estoy de acuerdo», señala Frank Koerselman.

«Durante toda mi carrera he trabajado con pacientes suicidas, ninguno de ellos era terminal. Por supuesto que tuve pacientes que se suicidaron, pero de hecho, siempre fueron casos en los que no lo esperabas».

Sobrevivir al suicidio

autonasia

En el reportaje de RTL, Aurelia Brouwers habla sobre las veces que intentó acabar con su propia vida.

«Creo que lo intenté unas 20 veces. Estuve en estado crítico en algunas de esas ocasiones, pero a menudo lo que escuchaba decir a los médicos era que mi corazón y mis pulmones estaban muy sanos. ‘Es un milagro, logró sobrevivir’, decían».

Sobrevivir a un intento de suicidio no es inusual, la gente lo hace todos los días.

Monique Arend, al igual que Aurelia Brouwers, fue diagnosticada con una enfermedad psiquiátrica que incluía el trastorno límite de la personalidad.

Las personas con esta afección pueden autolesionarse, sentir una ira profunda, tener dificultades para mantener relaciones personales y suelen experimentar inestabilidad emocional.

Arend intentó suicidarse muchas veces.

«Lo intenté en varios lugares. En el hogar, en el bosque … Pero estoy muy agradecida de seguir viva a día de hoy», dice.

Arend es una sobreviviente de abuso sexual y padeció episodios psiquiátricos aterradores. La eutanasia fue algo en lo que pensó muchas veces durante mucho tiempo.

«Pensé que yo representaba un problema para todos, y simplemente no quería ser esa carga. El dolor se hizo insoportable así que pedí los formularios para la eutanasia y los rellené. Pero nunca los presenté».

Arend no lo hizo porque encontró ayuda. El psicólogo que la trató por primera vez le dijo que no hablara del abuso que había sufrido. Fue a partir de entonces cuando empezó a autolesionarse.

Pero después encontró un nuevo terapeuta especializado en trauma.

«Me dijo que no estaba loca, pero sí traumatizada y esa es una gran diferencia. Tuvimos que trabajar muy duro juntos, fue muy doloroso. Finalmente lo superamos y desde entonces he estado trabajando en mi recuperación», explica.

Ha escrito un libro sobre sus experiencias y tiene algunos consejos para las personas que lidian con ideas suicidas o que consideran someterse a la eutanasia en Holanda.

«Es pesado, duro y difícil», dice ella. «Pero mantén una luz de esperanza. Busca a alguien que te pueda apoyar. Eres una persona poderosa y has logrado superar muchas cosas: todavía hay lugar para ti en este planeta».

Agotar todas las opciones

joven antes de la autonasia

La controversia en torno a la eutanasia para pacientes psiquiátricos está relacionada, en parte, con el temor a que no se hayan buscado alternativas suficientes.

En la clínica del «fin de la vida» de La Haya, más de la mitad de los que vienen a buscar la eutanasia por razones psiquiátricas son rechazados porque no han probado todos los tratamientos disponibles para su enfermedad.

«Tenía un paciente que había probado muchos tratamientos y estaba convencido de que nada más podría ayudarlo. Pero nunca había estado en una clínica para tratar la adicción a medicamentos o al alcohol», relata Vanmechelen.

«Así que le dije: ‘Durante medio año debes hacer un gran esfuerzo para disminuir tu consumo de esas sustancias, si después de ese tiempo todavía tienes ganas de morirte, entonces vuelves y hablamos'».

Pero Vanmechelen cree que después de que un paciente ha recibido múltiples tratamientos para el mismo diagnóstico, es razonable decir que ya es suficiente.

«Al igual que los diabéticos, los pacientes psiquiátricos también reciben tratamiento durante años, pero ese no es un argumento para abandonarlo» dijo Frank Koerselman, psiquiatra.

Esto fue lo que también argumentó Aurelia Brouwers. Recibió tratamiento para su enfermedad, siguió terapia y tomó medicamentos, aunque no se conocen todos los detalles.

«Tenemos que deshacernos del tabú de que siempre tienes que seguir el tratamiento hasta el final», defiende Brouwers en el reportaje.

«Para la gente como yo no siempre hay una solución: no puedes seguir tomando medicamentos, no puedes rezar indefinidamente… En algún momento la única solución es parar».

Pero hay personas que pueden vivir y viven por décadas con trastornos psiquiátricos.

«No se pueden tratar como una infección, es como la diabetes: tienes la enfermedad, la tendrás por el resto de tu vida, pero nosotros, como médicos, vamos a hacer lo posible para que seas capaz de vivir con ella», argumenta Frank Koerselman.

«Al igual que las personas con diabetes, los pacientes psiquiátricos también reciben tratamiento durante años y esto no es un argumento para abandonarlo», sostiene el doctor.

«Es sabido que después de los 40 las cosas pueden mejorar para las personas con trastorno límite de personalidad, sus síntomas podrían ser mucho más leves».

Pero Aurelia Brouwers murió más de una década antes de cumplir los 40. En su último día completo con vida la visitó su cantante favorito, el holandés Marco Borsato.

La despedida

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Esa noche cenó con sus amigos, hubo risas y hasta un brindis. La mañana del 26 de enero publicó por última vez en las redes sociales:

«Me estoy preparando para mi viaje. Muchas gracias por todo. A partir de ahora ya no estaré disponible».

Sus seres queridos se congregaron en su dormitorio. Dos médicos lo presenciaron.

«Estoy muy segura de que, en el momento en que administro el veneno -porque eso es lo que haces, le das veneno-, eso es lo único que el paciente quiere y es algo que ha deseado durante un largo período», dice Kit Vanmechelen.

«No sería capaz de hacerlo si no.

«En la primera consulta con un paciente, les digo que esta será la última pregunta que les haré: ‘¿Estás seguro de que quieres esto? Si hay alguna duda, nos detendremos y hablaremos de ello una vez más de nuevo'».

¿Y le ha pasado eso alguna vez?

«No. No ocurre».

En el caso de Brouwers, los médicos no administraron las drogas que la mataron, ella misma se tomó el medicamento.

En el documental de RTL Nieuws, ella tiene entre sus manos una pequeña botella sellada mientras mantiene su última conversación con el periodista Sander Paulus.

«Esta es la bebida», dice ella. «Sé que tiene un sabor amargo, así que voy a beberlo y luego me voy a dormir».

Sander Paulus le pregunta si tiene alguna duda.

«No hay dudas», responde la joven. «Estoy lista, lista para emprender un viaje».

«Espero que encuentres lo que estás buscando», expresa Paulus.

«Seguro lo haré», contesta ella.

Aurelia Brouwers le da la espalda a Sander Paulus y sube las escaleras. Son poco más de las dos de la tarde del viernes 26 de enero de 2018.