La muerte de la «niña de piedra» que conmocionó a Italia

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Por la rara enfermedad que padecía era conocida como la «niña de piedra». Beatrice Naso, una niña italiana de 8 años, sufría de una extraña enfermedad genética que le causaba la progresiva solidificación de los tejidos y de las articulaciones.

Beatrice Naso, una niña de 8 años, padecía una rara enfermedad genética. Ahora el padre busca concienciar sobre el tema de las enfermedades extrañas a través de la asociación «Los amigos del mundo de Bea»

Por esa enfermedad, que no tiene nombre y de la que tampoco se conocen otros casos, Beatrice murió el miércoles pasado, día de San Valentín. Su caso conmocionó a Italia.

«Beatrice se fue volando», escribió en Facebook su tía, Sara Fiorentino, en un post comentado por más de 20 mil personas. «En este día dedicado a los enamorados, decidió correr para abrazar a su mamá. Saber que están juntas será nuestra fuerza. El mundo de Bea será en absoluto el mejor lugar que pude visitar, para siempre».

La madre de Bea, Stefania Fiorentino, falleció hace seis meses por un cáncer cerebral, tras haber dedicado los los últimos años de su vida a su hija y a concientizar sobre el tema de las enfermedades raras a través de la asociación «Los amigos del mundo de Bea».

También el padre recordó a la hija a través de la red social.

«Junto con vos se fue una parte de mi», escribió Alessandro Naso. «Te llevaré siempre en mi corazón. Te amo mi niña».

Pero el padre agregó en una entrevista al Corriere della Sera que no quiere que su hija sea recordada como la «niña de piedra». Al contrario, quiere que a Bea se la recuerde por su fuerza.

Porque según el hombre lo único que Bea tenía de piedra era la voluntad«De estudiar, bromear, superar el dolor», afirmó.

«No quiero cerrar los ojos, tengo miedo»

El padre contó también cómo fueron los últimos momentos de vida la niña. «Antes de que falleciera le pregunté: ‘¿Cómo va Bea? ¿Cómo estás?’ y ella: ‘Papá me siento mal, me duele la panza’. Cuando sufría una crisis tenía miedo de descansar, de dormirse. Me decía: ‘Papá quédate conmigo, no quiero cerrar los ojos, tengo miedo».

La enfermedad le provocaba frecuentes crisis respiratorias. La última, tras unos días de internación en un hospital de Turín, le fue fatal.

«Era una niña inteligente y hablaba perfectamente. No era inmóvil, como dijeron algunos, no es cierto que podía mover solo los ojos», afirmó.

El padre contó que el deseo más grande de Bea era ayudar a los otros niños. «Cuando sea grande quiero ser anestesista», decía.

Ahora, el padre quiere mantener vivo el recuerdo de su hija a través de la asociación «El Mundo de Bea».