¡Impactante! Una madre que negó haber disparado a sus hijos fue descubierta por un sobreviviente

caso de asesinatos

Una noche de mayo de 1983, un terrible crimen conmocionó a Estados Unidos, luego de que una madre llegará a un hospital en Springfield, Oregon, con una herida de bala en el brazo y sus tres hijos en un estado crítico en el auto.

Los médicos quedaron impactados luego de escuchar la versión de una madre que denunciaba a un presunto asesino de disparar a sus hijos y también herirla.

Christie de ocho años, Cheryl de siete y Danny de tres, fueron baleados a quemarropa. Cheryl ya había muerto cuando llegaron al nosocomio, los otros dos menores luchaban por su vida.

La madre de familia, en ese entonces de 27 años, tenía una herida de bala en el antebrazo que no ponía en riesgo su vida, así que pudo testificar de inmediato y contó una historia inverosímil que desde un inicio causó la incredulidad de la policía.

Diane contó que esa noche había visitado a un amigo en Marcola. De regreso a casa con sus hijos dormidos en el auto decidió tomar una ruta alterna entre Marcola Road y Old Mohawk Road, para explorar. De pronto un hombre salió de entre la maleza, ella se detuvo en la oscuridad y bajo del coche para preguntarle qué quería.

“Quiero tu auto”, le dijo el extraño. “Debes estar bromeando”, respondió, Diane.

Según relató la mujer, el sujeto la aventó y sin mediar palabra disparó a sus tres hijos dentro del auto. Ella, herida levemente, contó que lo distrajo fingiendo arrojar las llaves del auto, tuvo la habilidad para regresar al auto y huir con rumbo al hospital.

Como parte del procedimiento, la policía alertó a la comunidad de un posible criminal armado en la zona, pero tenía muchas sospechas de Diane.

“¿Por qué una madre haría turismo en la oscuridad?, ¿por qué una madre con tres niños dormidos en la parte trasera detendría el automóvil por un extraño?“, fueron las preguntas que de inmediato llegaron a la cabeza de Doug Welch, detective de la Oficina del Sheriff en el condado de Lane County.

Welch, quien fue asignado en ese momento a su primer caso de asesinato, notó desde una primera instancia que había algo extraño en el comportamiento y narración de Diane.

“Sabíamos que estaba mintiendo”, recordó en charla con ABC.

Diane era una trabajadora del servicio postal que respondió a la atención mediática que recibió el caso y dio muchas declaraciones enredando cada vez más su historia y despertando más sospechas.

“Mientras más hablaba, más se incriminaba”, expresó Anne Bradley Jaeger, quien era reportera local de ABC en Eugene, Oregon.

Bradley Jaeger recordó que cuando los medios confrontaron a Diane sobre su posible responsabilidad en el ataque, ella respondió de una manera peculiar.

“Si yo les hubiera disparado, ¿para qué los habría dejado heridos?, ¿no era mejor asesinarlos y luego llorar ‘lágrimas de cocodrilo’?“, argumentó.

A sus palabras se comenzaron a sumar una serie de evidencias contundentes. La policía encontró casquillos percutidos calibre .22. A pesar de una búsqueda extenuante, nunca hallaron el arma homicida, en cambio, el exesposo de Diane declaró que ella había llevado consigo un arma de ese calibre cuando se mudó.

El estado tomó en custodia a los menores sobrevivientes, pues las dudas eran demasiadas y un dato encontrado entre las propiedades de la mujer fue decisivo.

El diario de Diane relataba la obsesión que desarrolló luego de que un hombre al que amaba, no la quería con hijos. La policía presumió que la madre disparó a los hijos para mantener una relación con el sujeto de nombre Nick.

El 24 de febrero de 1984 la policía arrestó a Diane. Las evidencias eran suficientes, pero todavía faltaba un giro inesperado, la mujer se había embarazado nuevamente.

En la inminencia de su arresto, Diane se involucró con un desconocido en la ruta postal en la que trabajaba. Según los fiscales, consideró que la gente y el jurado la vería de manera diferente si tenía un cuarto hijo.

“No puedo suplantar a un hijo, pero sí lo que hace sentir, yo perdí a mis hijos“, contó sacudiendo a un más a la opinión pública.

Amy Elizabeth nació durante el juicio de Diane. Se hizo una pausa para que pudiera dar a luz. El estado la tomó también en custodia y la entregó a una familia que la bautizó como Becky Babcock.

“Siempre huí del hecho de que ella era mi madre. Del hecho que me hizo nacer“, dijo Becky en un documental reciente en el que rompió un largo silencio.

Christie, la hija mayor de Diane, que sobrevivió al crimen, no había podido declarar. Las heridas le provocaron traumas físicos y psicológicos que evitaron su testimonio hasta el día del juicio.

Cuando pudo responder a la pregunta: ¿quién te disparó?, su respuesta fue simple.

“Fue mi mami”.

Diane fue sentenciada a cadena perpetua con 50 años extra, pero su condena tampoco fue el final de la historia.

Tres años después de su condena en 1987, Diane escapó de una correccional de baja seguridad en Oregon. Las autoridades la encontraron 10 días después en la casa del esposo de una interna, fue trasladada a una penitenciaria de mayor seguridad.

En 1989 y 1991, la mujer realizó otros dos intentos de fuga.

Dos veces se le ha negado la libertad condicional y en 2020 volverá a tener audiencia para solicitarla.