Grecia se queda sin dinero a la espera de una decisión crucial

La patronal bancaria advierte de que la liquidez de las entidades se limita a 1.000 millones

La banca griega está a un paso de quedarse literalmente seca. La patronal bancaria helena advirtió este viernes de que la liquidez de las entidades financieras se limita a menos de 1.000 millones de euros. Las sucursales podrían quedarse sin efectivo el lunes. En solo cinco días de controles de capital, la economía griega se desintegra a toda velocidad: hay problemas para los importadores, los exportadores, el sector turístico, los pensionistas y por supuesto para los bancos, que sin dinero fresco van hacia la quiebra. Esas dificultades imponen una enorme presión sobre el referéndum del domingo: el BCE y la eurozona anuncian que actuarán en función del resultado. El sí generará graves dificultades políticas. El no, avisa Bruselas, puede precipitar a Grecia hacia la salida del euro.

 

El poder blando de la UE puede transformarse a veces en una especie de trituradora económica. La Comisión Europea ha convertido el referéndum griego en un plebiscito sobre el euro, y el resto de instituciones aúnan esfuerzos para imponer la máxima presión sobre el voto de mañana: el mecanismo de rescate (Mede) declaró ayer el impago de la deuda griega y se reserva la opción de reclamar su devolución de un solo golpe, y el BCE asegura prácticamente a diario que una negativa provocaría una ruptura de relaciones y activaría los peores escenarios. La banca y la economía sufren ya de lo lindo, incluso antes del resultado del referéndum. Y la tensión explora nuevos límites cada día: el primer ministro Alexis Tsipras ha tenido que pedir calma a los militares después de que 16 ex altos cargos de las fuerzas armadas pidieran el viernes “unidad nacional”, “en un momento crítico de la historia de Grecia, que requiere tomar decisiones dolorosas”.

 

A la crisis política que se avecina se suma una economía y sobre todo un sistema financiero que muestran preocupantes signos de congelación. El presidente de la patronal bancaria, Louka Katseli, reveló que el control de capitales, el corralito y la congelación de la liquidez de emergencia del BCE han hecho mella en el maltrecho sistema financiero, que dispone de reservas de efectivo de menos de 1.000 millones. Fuentes de las Cámaras de Comercio reducen esa cifra a solo 500 millones. Eso permite sobrevivir apenas unos días, a expensas del BCE. El ministro Yanis Varoufakis afirma que las entidades abrirán sus puertas el martes “con toda seguridad”, pero no está claro con qué disponibilidad de liquidez.

 

La desintegración a cámara lenta de la economía griega —una pérdida de una cuarta parte del PIB en el último lustro— se ha acelerado en la última semana, a raíz de la convocatoria del referéndum y la suspensión del movimiento de capitales. Atenas acusa a los socios de haber obligado a activar el corralito (60 euros por persona y día). Pero incluso con esa medida de emergencia, el sistema financiero está abocado a un rápido colapso si el lunes, sea cual sea el resultado del referéndum, no se pone en marcha un salvavidas casi automático.

 

La ayuda más indispensable es la del BCE, ante el riesgo de que la banca muera de asfixia y, con ella, la economía entre en barrena y precipite una crisis a gran escala. Los cuatro grandes bancos (NBG, Alpha, Piraeus y Eurobank) ya estarían quebrados sin los controles de capital, según las agencias de calificación. Y el agujero en sus cuentas no ha hecho más que crecer desde el lunes. La posición de liquidez y de solvencia del sector es de lo más débil; sin salvavidas, el Banco de Grecia puede verse obligado en breve a cerrar entidades, según un informe de Fitch, una de las grandes agencias de rating.

 

Ahorradores con pérdidas

Apenas hay dinero en el fondo de garantía de depósitos (unos 3.000 millones), por lo que ni siquiera es descartable que las autoridades obliguen a los ahorradores a asumir pérdidas, una medida con un coste político exorbitante. “Sin una acción rápida por parte de las instituciones, el lío está asegurado”, dijo una fuente europea; “para eso, Bruselas y Berlín han dejado claro que debe ganar el sí”.

 

Esa jugada europea entraña grandes riesgos: en caso de un voto negativo, los puentes entre Bruselas y Atenas habrán quedado calcinados. Tsipras invitó el viernes a sus conciudadanos a hacer caso omiso de “chantajes y ultimatums”, pero la banca por sí sola asusta de lo lindo. El corralito podría ser aún más restrictivo en breve. “Si los griegos votan no, Grecia será mucho más débil”, avisó Wolfgang Schäuble. El ministro alemán no vota e4l domingo, pero es una de las figuras del Eurogrupo, que el lunes evaluará los resultados para ver si Europa da una señal política al BCE para desatascar la situación. O para hacer lo contrario y descabellar a la banca.

 

CLAUDI PÉREZ / LUCÍA ABELLÁN/El País