Autoridades federales descubrieron un sofisticado túnel para traficar drogas que iba de una casa en México a un restaurante abandonado en Arizona.
La división de investigación del Departamento de Seguridad Nacional (HSI por sus iniciales en inglés) dijo que recibió una notificación en abril de un túnel que llegaba a un restaurante de Kentucky Fried Chicken cerrado en San Luis, Arizona, a unos 180 metros (200 yardas) al norte de la frontera.
La policía comenzó a buscar al propietario del edificio abandonado, Ivan López, y lo arrestó este mes después de encontrar varios paquetes de metanfetamina, cocaína, heroína y fentanilo en la parte trasera de su camioneta.
Tras el arresto se registró su casa y el viejo restaurante, en donde los agentes encontraron un túnel oculto que llevaba a una casa en México y era lo suficientemente grande para que la gente caminara sin problemas.
“Una de las cosas que los túneles nos dicen es que a medida que aumentamos la infraestructura, recursos, patrullajes, los obliga a hacer rutas más costosas hacia Estados Unidos”, dijo el jueves a The Associated Press Scott Brown, el agente especial a cargo del HSI.
Las autoridades no saben desde hace cuánto se utiliza el túnel, pero López compró la propiedad en abril.
Según documentos oficiales, el gobierno cree que López es un confiable miembro de un cártel. Se le vio sacar paquetes del edificio en varias ocasiones antes de ser arrestado el 13 de agosto, según los documentos.
El uso de túneles para narcotráfico ha sido un gran problema durante décadas y lo han mencionado los opositores del propuesto muro fronterizo, quienes dicen que los túneles ayudarán a los traficantes a sacarle la vuelta.
En 2016, las autoridades descubrieron un túnel de 800 metros (0,5 millas) entre Otay Mesa, California, y Tijuana, México. El HSI tiene un grupo especial de túneles y la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza tiene un programa de tecnología y detección de túneles, a fin de combatir los casi 200 túneles transfronterizos que se han descubierto desde 1990. reseña Sumarium