Ana Pastor, presidenta del Congreso con los votos de PP y Ciudadanos y la ayuda de los nacionalistas

Rajoy se asegura el control de la Cámara con una de sus colaboradoras más cercanas

Los nacionalistas impiden un bloque alternativo para elegir al socialista Patxi López

Fernando Garea/El País

Ana Pastor es la nueva presidenta del Congreso de los Diputados gracias al acuerdo entre el PP y Ciudadanos y a la abstención de los partidos nacionalistas e independentistas que no han apoyado al candidato alternativo. La ayuda al PP de los partidos soberanistas se ha extendido en la votación secreta del resto de miembros de la Mesa de la Cámara.

La XII legislatura ha empezado a andar con esta elección que permite a Mariano Rajoy superar el primer escalón tras los comicios generales del 26 de junio: por un lado, atrae al partido de Albert Rivera y, por otro, se asegura el control del Congreso, a pesar de tener una mayoría muy exigua de solo 137 escaños de 350 de la Cámara. Esta vez no ha habido casi escenificaciones en el hemiciclo, como las que protagonizaron entonces los diputados de Podemos, salvo las fórmulas diferentes para jurar en la toma de posesión del escaño, y se ha vivido un clima mucho más tranquilo que el de aquel 13 de enero, aunque se mantenga la incertidumbre por la formación de Gobierno.

El control del Congreso lo consigue con la mayoría de la Mesa, junto a Ciudadanos, y situando al frente de las Cortesa una de las personas de mayor confianza. Ese control es fundamental para disponer de los tiempos de la investidura o para decidir la actividad de la Cámara si se demora la elección de presidente del Gobierno. De hecho, Ana Pastor, hasta ahora ministra de Fomento en funciones, fue uno de los miembros del Gobierno que dio plantón al Congreso y se negó a someterse a su control en la anterior breve legislatura.

Hasta el lunes, Ciudadanos sostenía, precisamente por eso, que el presidente del Congreso debía ser de distinto partido que el mayoritario, es decir, que el PP. El partido de Rivera tendrá gracias a ese acuerdo dos puestos en la Mesa que no le correspondían con sus escaños.

Pastor ha sido elegida presidenta en la segunda vuelta de la votación secreta, frente al candidato socialista Patxi López con 169 votos frente a 155 y 25 votos en blanco y nulos.

En la primera votación se presentaron Pastor, López, Xavier Domènech (Podemos) y Francesc Homs (Convergència). La opción de Domènech decayó por la falta de apoyo de los nacionalistas, soberanistas e independentistas. En segunda vuelta, Podemos apoyó a López, pero tampoco fue suficiente, lo que da idea de la imposibilidad de formar un bloque alternativo al de PP y Ciudadanos. PNV, Convergència y ERC han votado en blanco o nulo.

En la primera vuelta, Pastor tuvo los 169 votos de PP y Ciudadanos; López los 85 del PSOE; Domènech los 71 de Podemos; Homs los 8 de Convergència; y otros 17 fueron votos en blanco, los de ERC y el resto de pequeños partidos. En la segunda, la candidata del PP no sumó ninguno más, pero se vio favorecida por la abstención de los nacionalistas e independentistas que si hubieran apoyado en bloque a López hubieran podido derrotar a la diputada del PP.

Además, hubo votos de partidos nacionalistas que sirvieron para la elección de miembros de PP y Ciudadanos en la Mesa. Al ser votación secreta es imposible determinar su color concreto, pero fuentes parlamentarias apuntaban a Convergència, al PNV y a Coalición Canaria. Convergència necesita apoyo de PP y Ciudadanos para tener grupo parlamentario propio y el PNV logró este martes un lugar en la Mesa del Senado, cedido por el PP.

Pastor será la segunda mujer que preside el Congreso, tras Luis Fernanda Rudi. Ambas son del PP. Los otros ocho puestos en la Mesa los completan Alicia Sánchez-Camacho y Rosa Romero, del PP; Micaela Navarro y José Luis Gordo, del PSOE; Ignacio Prendes y Patricia Reyes, de Ciudadanos; y Gloria Elizo y Marcelo Expósito, de Podemos.

Para el PP, el acuerdo con Ciudadanos es un primer paso para que este partido cambio de la abstención al voto favorable en la investidura que Rajoy pretende para el 2 de agosto. Ese voto favorable no es suficiente para la elección del candidato del PP, pero serviría para presionar al PSOE para que cambie el no que hasta ahora mantiene.