El niño que cambió el corazón de Gustavo Dudamel

Los últimos momentos de Armando Cañizales, brazos extendidos, enfrentándose a la guardia pretoriana chavista, a la dictadura de Maduro, ha estremecido a Gustavo Dudamel, a quien toda Venezuela le reclamaba que alce su voz, reseñó El Mundo

Que condenase lo que pasa en su patria, así él estuviera en su magnífico exilio en Los Ángeles y fuera protegido del mismísimo Hugo Chávez. Armando, de 17 años, era miembro del Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, donde el propio Dudamel se forjó como músico desde los cuatro años. Honró sus raíces cuando uno de los hijos de este proyecto, la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, debutó en el legendario Carnegie Hall en 2007, bajo la batuta del actual director de la Filarmónica de Los Ángeles. Dudamel se ha conmovido tanto con la muerte de Armando, que ha puesto de luto sus redes sociales. En su cabecera de Twitter sólo se lee en fondo oscuro y letras blancas: Armando Cañizales Carrillo (17). Todo en homenaje a este chico heroico, hijo de médicos.

Cañizales, violinista, aspiraba a todo en la vida y un disparo acabó con él. Y ha hecho que Dudamel haya roto, al fin, su silencio. Su complacencia con el régimen. Ha dicho basta ya y ha publicado un mensaje que -quizás- sea el mayor golpe contra Nicolás Maduro. Primero lanzó un tuit que dice: “Contra la violencia y la represión…”. Este hace link a una carta franca y certera que titula “Levanto mi voz” (que se puede leer completa más abajo).

Es el mejor homenaje a Armando, un chico que sólo protestaba contra un sistema enfermo. Le inspiraba una frase que puso en su cuenta de Instagram: “Cuando alguien te dedica su tiempo, valóralo, pues te está dando algo que no va a recuperar”. Y dio todo lo que tenía. El adolescente se enfrentó solo, con su mochila en la espalda y su determinación, contra la barbarie. Y dio todo el tiempo que le quedaba a luchar por su patria, por Venezuela. Una bala en el cuello puso réquiem a sus sueños.

‘Levanto mi voz’, por Gustavo Dudamel (Su mensaje difundido en Facebook)

Mi vida entera la he dedicado a la música y al arte como forma de transformar las sociedades. Levanto mi voz en contra de la violencia y la represión. Nada puede justificar el derramamiento de sangre. Ya basta de desatender el justo clamor de un pueblo sofocado por una intolerable crisis. Históricamente el pueblo venezolano ha sido un pueblo luchador pero jamás violento.
Para que la democracia sea sana debe haber respeto y entendimiento verdadero. La democracia no puede estar construida a la medida de un gobierno particular porque dejaría de ser democracia. El ejercicio democrático implica escuchar la voz de la mayoría, como baluarte último de la verdad social. Ninguna ideología puede ir más allá del bien común. La política se debe hacer desde la consciencia y en el más absoluto respeto a la constitucionalidad, adaptándose a una sociedad joven que, como la venezolana, tiene el derecho a reinventarse y rehacerse en el sano e inobjetable contrapeso democrático.
Los venezolanos están desesperados por su derecho inalienable al bienestar y a la satisfacción de sus más básicas necesidades. Las únicas armas que se le puede entregar a un pueblo son las herramientas para forjar su porvenir: instrumentos musicales, pinceles, libros; en fin, los más altos valores del espíritu humano: el bien, la verdad y la belleza.
Hago un llamado urgente al Presidente de la República y al gobierno nacional a que se rectifique y escuche la voz del pueblo venezolano. Los tiempos no pueden estar marcados por la sangre de nuestra gente. Debemos a nuestros jóvenes un mundo esperanzador, un país en el que se pueda caminar libremente en el disentimiento, en el respeto, en la tolerancia, en el diálogo y en el que los sueños tengan cabida para construir la Venezuela que todos anhelamos.
Es el momento de escuchar a la gente: Ya basta.

El Mundo

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