¿Quién escribió la Biblia?, porque Dios no fue

La Biblia sea judía o cristiana, sea la Torá o el Viejo Testamento no fue escrita por Dios, tampoco el Nuevo Testamento fue escrito por Jesús de Nazareth, quien es considerado por los cristianos como el «hijo de Dios». Esta es la verdad, todos los libros sagrados han sido escrito por seres humanos que dicen haber sido inspirados por Dios. Los Cuatro Vedas, el Popol Vuh, Los Cuatro Libros Clásicos de Confucio, El Corán, El Tao Te King, Las Biblias, católica, judía, cristiana, el Zend-avesta, el Libro de los Muertos, el Bhagavad Gītā, el Libro del Mormón y otros tantos libros religiosos, todos -sin excepción- fueron escritos por personas, nunca por Dios. Sin embargo, judíos, cristianos y católicos han considerado y afirmado que la Biblia es la «Palabra de Dios».
Dios nunca ha manifestado por sí mismo que la Biblia es su palabra, quien si lo dijo fue un ser humano: Tomás de Aquino quien afirmó que «El autor de las Sagradas Escrituras es Dios».

Ante una verdad tan contundente como que la Biblia fue escrita por seres humanos algunos en el cristianismo moderno reconocen que la Biblia no fue escrita sino «inspirada» por Dios. La creencia ortodoxa de la Iglesia católica, cristiana insisten que es la «palabra de Dios» y los judíos conservadores junto a algunas religiones aceptan que Dios no las escribió pero manifiestan que sus libros sagrados fueron dictados por Dios. Incluso, en muchas iglesias se leen episodios de la biblia y se culmina diciendo «palabra de Dios», aunque objetiva y absolutamente no lo sea.

Si decir que fue inspirada o dictada por Dios bastara, entonces tendríamos que concluir que todos los libros sagrados son verdaderos. Por ejemplo el Libro del Mormón fue inspirado o dictado por Dios a su profeta Joseph Smith. ¿Por qué no creerle a él y sí a Moisés? o a los tantos seres humanos que dicen lo mismo.

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Algún escrito, ¿Es el verdadero libro de Dios?

Ciertamente ninguno de los libros sagrados es el libro de Dios. Son narraciones y escritos de personas que se ocuparon de dejar constancia oral, jeroglífica o escrita de hechos que ocurrieron en su tiempo y de cómo ellos interpretaban estos acontecimientos, en algunos casos otorgándole a muchas deidades o a un solo Dios, el haber provocado alguno de los episodios.

Tomemos el caso de la Biblia, seguida por judíos, católicos y cristianos, sus autores se estiman alrededor de 40. Ente ellos figuran Moisés, Josué, Samuel, Esdras, Nehemías, Mardoqueo, Job, David, Salomón, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás
Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías, Malaquías, Mateo, Marcos, Lucas, Juan y Santiago.

Estos autores narraron en distintas épocas sus pareceres de distintos sucesos. La Torá que contempla los libros del Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio escritos por Moisés, a excepción de los últimos versículos del Deuteronomio que describen su muerte. No obstante en la actualidad, coinciden historiadores que este libro no tiene un solo autor, y que su composición se desarrolló durante siglos y que fueron escritos alrededor del año 450 AC. Se piensa que el libro del Deuteronomio fue escrito en el siglo VI de nuestra era.

Así, todos y cada uno de los libros que arman la Biblia se narraron y/o se escribieron tiempo después por eruditos en distintos idiomas. Siempre transcritas por seres humanos… Hasta las piedras talladas de los 10 mandamientos por Moisés, no por Dios. (Las que supuestamente había tallado Dios, Moisés las destruyó en un arrebato de ira porque sus paisanos adoraban a un becerro y luego Dios en lugar de darle otras instantáneamente, le ordenó a Moisés que tomara dos lajas de piedra, y en ellas escribiera los Diez Mandamientos. Es decir, no quedaron pruebas del supuesto único documento «escrito» por Dios sino las escritas por un hombre, Moisés).

Los libros sagrados

Los psicólogos Vladimir Gessen y María Mercedes Gessen en su libro ¿Quién es Dios? afirman que «estas religiones primitivas o antiguas ayudaron a establecerles a los humanos la creencia racional y psíquica en un Dios, corroborando lo que sentían en la intimidad de su conciencia propia los seres humanos. Lo cual fue un papel importante de las iglesias o instituciones sociales que fundaron o practicaron estos credos.

Los libros sagrados de estas creencias son históricamente vitales porque aportan el avance del ser humano, de las convicciones, de las doctrinas, suposiciones, y conjeturas de la humanidad, de su relación con el Dios que se siente dentro de cada ser humano».

Los psicólogos aseveran que «Llegó la hora de actualizar este conocimiento escrito por seres humanos acorde al avance de la ciencia y que por intuición, la misma Conciencia Universal nos provee».

Los Gessen continúan: «Tomemos el caso del Diluvio Universal, el cual es citado innumerables veces por distintos libros sagrados, y por diferentes civilizaciones, para que nos demos cuenta que muchos hechos narrados por antiguos líderes o profetas de pueblos o religiones, no se corresponden a verdades absolutas ni a mandatos divinos o de algún Dios, sino más bien interpretaciones subjetivas y acorde a los conocimientos de esa época, agregándole al escrito o a la tradición oral, el prisma o tamiz cultural o religioso que poseyera el narrador de algún hecho natural, aunque catastrófico.

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En la Biblia se explica que Noé, hijo de Lamec, quien era descendiente de Adán, a través de su hijo Set, fue advertido por Jehová del diluvio y le ordenó construir un arca y Noé lo hizo… “Y por causa de las aguas del diluvio entró al arca, y con él sus hijos, su mujer, y las mujeres de sus hijos… De los animales limpios, y de los animales que no eran limpios, y de las aves, y de todo lo que se arrastra sobre la tierra, de dos en dos entraron con Noé en el arca; macho y hembra, como mandó Dios a Noé. Y sucedió que al séptimo día las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra… El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas… y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches… Todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices, todo lo que había en la tierra, murió… Así fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, los reptiles, y las aves del cielo; y fueron raídos de la tierra, y quedó solamente Noé, y los que con él estaban en el arca…Y prevalecieron las aguas sobre la tierra ciento cincuenta días”.

Estas narraciones de libros sagrados nos indican que hubo inundaciones, o lluvias muy copiosas. Creemos que quienes narraron y/o escribieron estos pasajes, decían muy probablemente lo que aconteció en su tiempo y en su espacio territorial. Pero, tenemos que señalar que igualmente en la actualidad también hay inundaciones en distintas partes en el planeta Tierra y lluvias copiosas, verdaderos diluvios. No obstante, es importante que nos percatemos que no son diluvios universales, para ello tendría que inundarse todo el Universo, o al menos el planeta.

Los antiguos podrían haber escrito el vocablo universal para darle una connotación que se trataba de una inundación de todas las partes donde ellos habitaban y conocían. Incluso, cuando en la Edad Media los sacerdotes o monjes cristianos re-escribían o re-editaban los textos bíblicos, tampoco ellos sabían qué era el universo ni qué era un planeta.

Para ese entonces, aún, no se concebía un planeta redondo. La Tierra era plana y no se estaba al tanto de la existencia de todos los continentes. Mucho menos de sistemas planetarios, galaxias, universo infinito.

Hace miles de años cuando un ser de esa época detallaba su historia podía decir: “¡Todo se inundó!”, sin embargo ¿Qué significaba todo?, un asentamiento indígena, aborigen, una tribu, un pueblo, una comarca, pero nunca podrían haberse referido al planeta Tierra. Esta es la verdad.

La ciencia nos indica que no ha ocurrido un diluvio o una inundación a nivel mundial. Pueden sí, haber existido incontables inundaciones, ríos desbordados, tsunamis, lluvias copiosas y otras catástrofes naturales de distinta magnitud en la mayor parte del planeta en distintos tiempos.

No obstante, a través de los tiempos, hemos visto a seres humanos que han intuido, han sentido o han escuchado, mensajes que han interpretado, y actuado en consecuencia. Noé y otros profetas, y otras personas escribieron o dijeron haber recibidos mensajes premonitorios de las inundaciones. En otros acontecimientos descritos en los libros sagrados de distintos credos, asimismo se habla de siniestros semejantes al de Sodoma y Gomorra, o a las circunstancias de Moisés en su guerra con Egipto durante el éxodo.

Esto parece indicar la existencia de una conciencia universal eterna capaz de existir en todo tiempo y espacio y que de alguna manera algunos humanos lograron captar esta conciencia y “ver” esos eventos –para ellos futuros- y salvar sus vidas y las de los suyos.

Ellos podrían haber interpretado que sus premoniciones provenían de un Dios. De alguien que en su mente se los indicó y posteriormente transmitir que Dios se los expreso.

Recordemos que en todos estos escritos antiguos quienes lo transcriben son seres humanos. Ningún Dios escribió ningún libro sagrado. Ni siquiera el hijo de Dios hecho hombre, de acuerdo al credo cristiano, lo hizo. Fueron los apóstoles de Jesús de Nazaret quienes apuntaron lo que él dijo en el nuevo evangelio.

A la pregunta de sí ¿Los libros sagrados… son escritos de Dios?… La respuesta única es que no. En realidad, son interpretaciones de los seres humanos de lo que en distintos tiempos y territorios ellos pensaron que era la palabra de Dios.

Los seres humanos son quienes escribieron los libros sagrados con la intuición que les llegó de una conciencia superior, pero lo hicieron con sus virtudes y defectos, con la subjetividad de cada quien, y con la limitación de los conocimientos que tenían al momento de redactarlo.

Un evangelio de hace más de dos mil años y libros sagrados de milenios fueron escritos por seres humanos que no conocían otro mundo que una tierra plana, y donde el pensamiento y método científico no existía.

Si bien los escritos sagrados de las diferentes religiones tienen un gran valor en el desarrollo moral de la humanidad, ya no pueden ser el camino para encontrarse con la verdadera dimensión del Dios Universal», concluyen Vladimir y María Mercedes Gessen.

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¿Qué hacer?

Las iglesias no dicen la verdad cuando expresan el término «palabra de Dios». El problema es que algunas de ellas han perdido credibilidad a través de los siglos. Hechos como la condena a Galileo Galilei, la no tan «Santa Inquisición», la supuesta infalibilidad papal, la cual por cierto es la «palabra de Dios», los increíbles dogmas de estas iglesias que les sirven para tratar de sostener principios y situaciones desfasadas de la realidad, y que se evidencian como ficciones, invenciones, cuentos o mitos, han llevado a estos credos a perder respetabilidad y credibilidad y en buena medida han convertido la fe en una ingenuidad.

La propuesta tiene que ser el escribir la actualización de estos libros sagrados donde se narren y se expliquen los mismos hechos, pero a la luz de los conocimientos actuales y donde se incluya la historia de estos últimos siglos interpretados con la intuición de un lado y la ciencia del otro.

No olvidemos que una Conciencia Universal o Dios, si lo prefiere llamar así, es por definición el conocimiento total. La ciencia busca el conocimiento, por lo que a más nos aproximemos a este saber científico más nos acercaremos a Dios y quizás en algún momento podremos encontrarnos con la verdadera palabra de Dios.

 

Fuente: Diosuniversal