El estremecedor testimonio de una niña víctima de bullying que quiso suicidarse

María sufrió desde los 11 años el acoso de sus compañeros en un colegio religioso de Madrid, en España. La violencia en clase y la complicidad de los adultos convirtieron su vida en una pesadilla

María tiene hoy 19 años y ha salido del pozo. Por eso puede hablar con tranquilidad y relatar su historia, «como quien recita una lección», al diario español El Mundo.

Sus compañeros le hacían comer su propio vómito y hasta llegaron a romperle la nariz durante una clase de gimnasia. Sus profesores, responsables de protegerla, alentaban la violencia en su contra «para que se haga fuerte». Para la dirección del colegio, la niña era una manipuladora que lo inventaba todo. Hasta que María, que por ese entonces ya había cumplido los 14, tragó 12 pastillas de calmantes y pasó dos días internada en grave estado.

«Hay un momento en el que crees que la vida es eso. Que tú eres así, débil. Que la gente es mala. Que no sólo es que haya unas niñas malas que te fastidian: es que los profesores lo permiten, e incluso participan. Y empiezas a pensar que es mejor que tu madre no vaya a quejarse al colegio. Porque cada vez que va, la cosa empeora. Primero no quieres ir al colegio. Luego no quieres salir de casa. Y al final ya no quieres salir ni de tu habitación», relató María a los periodistas Quico Alsedo y Pablo Herraiz.

Luego viene la desesperación. «Yo vi que no había otro camino, que tenía que suicidarme«,contó la joven.

Complicidad de los adultos

El acoso, explicó María, comenzó por parte de un pequeño grupo de niñas, «pero luego los profesores eran totalmente insensibles». «Una vez, las niñas me metieron la cabeza en un plato de espaguetis y vomité. Los profesores me hicieron comerme hasta el vómito«, dijo.

«YO VI QUE NO HABÍA OTRO CAMINO, QUE TENÍA QUE SUICIDARME»

«En un ejercicio, las chicas me dejaron caer en gimnasia: me rompí la nariz, pero los profesores ni me llevaron al hospital ni avisaron a mi madre, que me tuvo que llevar después. Hasta ellos se burlaban: ‘Es que es hija única, es una niña muy débil, hay que aprender a hostias’. Así pensaban, ése era el mensaje. Yo necesitaba un abrazo, y ellos sólo respondían con indiferencia.Hasta me llegué a mear en clase, porque no te dejaban ir al baño. Era como el Ejército, un horror. Al principio, cuando llegué, pensaba que los curas eran raros, diferentes. Al final, me dije: ‘No. Son malos, eso es todo, son malos'», dijo María a El Mundo.

«Los directores del colegio- denunció la joven- me dijeron que si seguía faltando a clase y seguía quejándome iban a quitarle la patria potestad a mis padres y no volvería a verlos nunca».

Evitar el bullying es uno de los principales desafíos de la escuelas

Antes de su intento de suicidio, María fue sacada del colegio, una escuela religiosa del barrio de Villaverde que ha sido noticia hace sólo dos semanas por otro caso extremo de bullying, esta vez con peor final. Un niño de 11 años saltó por la ventana de su piso tras denunciar en una carta que en la escuela de Villaverde «lo pasaba muy mal».

Esta vez María no llegó a tanto, pero por poco.

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«Está fingiendo»

Finalmente, con abogados mediante, la familia de María consiguió que el ayuntamiento le enviara profesores a su casa. Los maestros confirmaron allí el calvario de la menor. «Es una niña atemorizada, con mucho miedo y ansiedad, le cuesta salir de casa por temor a encontrase con los alumnos del centro que parece ser que merodean por el parque cercano a su casa. Algún día la he encontrado en el sofá atenazada por el miedo, temblorosa, mordiéndose las uñas yarrancándose la piel de las manos. Está aterrorizada. La idea de que los profesores puedan ir a su casa la tiene atemorizada», relató una profesora en un informe.

Cuando esta docente acudió al colegio para hablar con el director la contestación fue «que la niña estaba fingiendo, que no le pasaba nada, solamente que era muy inteligente y que tenía dominada la situación y manipulaba a sus padres

Luego su familia cambió de casa y se inscribió en un nuevo colegio. Allí la cosa comenzó bien, pero pronto empeoró. «Una compañera mía era amiga de la principal acosadora de mi ex colegio y empezó a insultarme. La vida era insoportable y decidí suicidarme».

Se salvó de milagro. María tocó fondo y allí se inició su recuperación. «Salí de todo aquello con ayuda y mucha fuerza. Que niños piensen en suicidarse por el acoso de otros niños instigados o amparados por adultos es algo que no se puede permitir», dijo María.

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