El camaleón Andrew Cunanan asesino de Versace

Andrew Cunanan fue encontrado, pero jamás detenido. El FBI nunca pudo capturar a uno de los hombres más buscados en Estados Unidos en 1997. Durante 95 días, el asesino en serie se supo escabullir de un lado a otro por el estado de Florida sin dejar cabos sueltos para ser hallado. Al final se suicidó, seis días después, de haber matado a su quinta víctima: el diseñador Gianni Versace.

Seductor, mitómano y egocéntrico. Un camaleón que cambiaba la personalidad a su antojo solo para poder encajar en el entorno que quería y así poder atrapar a sus conquistas homosexuales. Si había que hablar francés para cautivar lo hacía. Mentir sobre la nacionalidad de sus padres no era un problema y fantasear de riquezas y lujos; tampoco era una complicación para él.

Andrew Cunanan tenía muy confundida a la policía, su patología y comportamiento eran difíciles de encasillar en una categoría y sus motivos para actuar no eran claros. Según Ann Rule, autora de 15 libros sobre la mentalidad de los asesinos, todo comenzó como una venganza, pero Cunanan rápidamente desarrolló una fascinación por la crueldad y la violencia extrema. Bajo cualquier definición, era un psicópata, pero diferente a otros como Dahmer o Bundy, con quienes compartía categoría.

Cunanan no mataba por placer sexual, o eso se cree, mataba a personas cercanas a él, con quienes tenía algún tipo de relación y que al final “le fallaron”. No le molestaba que se supiera su identidad, de hecho, quería la atención y presentaba características que lo identificaban como un asesino desenfrenado. Sin embargo, entre el asesinato de Gianni y el anterior, pasaron meses.

Para todos los expertos, Andrew era un monstruo, no era un enfermo mental que no sabía lo que hacía, sino todo lo contrario y están seguros que, de no haber acabado con su vida, la lista de sus víctimas hubiera seguido creciendo hasta que alguien lo detuviera.

Quienes lo conocieron afirman que Andrew Cunanan tenía una obsesión con la clase y el estatus social. Era abiertamente gay y venía de una familia de clase media. No tenía trabajo, pero era conocido por gastar y hablar mucho. Estaba acostumbrado a salir con hombres mucho mayores que pagaban su estilo de vida y lo presentaban en los círculos sociales altos.

“Los padres de Cunanan lo criaron repitiéndole siempre que era extremadamente especial, que él estaba destinado a grandes cosas. Que el mundo se tenía que adaptar a él, no lo contrario. Eso lo transformó en una persona que anhelaba la fama”, explica Maureen Orth, autora del libro Vulgar Favors, sobre los crímenes de Andrew y su vinculación con Gianni Versace.

Antes de asesinar a Versace en las escalinatas de su mansión Casa Casaurina, el 15 de julio de 1997 Cunanan ya era uno de los hombres más buscados por el FBI, su nombre ocupaba el puesto número 449 en la lista y la policía estaba desesperada por conseguir noticias y pistas sobre su ubicación.

Aún es un enigma el por qué Cunanan decidió cometer cinco asesinatos en menos de cuatro meses, incluyendo el de Gianni Versace, pero una de las hipótesis es que había terminado con una pareja que lo dejó sin dinero o un lugar para vivir.

El 25 de abril de 1997 comenzaron los crímenes en la vida de Andrew. Ese día asesinó de varios disparos a Jeffrey Trail, un antiguo oficial de la Marina que se dedicaba a la venta de artículos relacionados con el gas propano.

Según varias fuentes, Jeffrey no solo era cliente de Andrew, sino que también habían mantenido una relación sentimental durante un breve período.

Cuatro días después, el 29 de abril, acabó con la vida de David Manson, un arquitecto con cierta fama. El crimen fue cometido en la casa del arquitecto, por lo que a Andrew se le ocurrió llevar el cuerpo a un chalet de campo de Jeffrey en Minneapolis, donde la policía lo encontraría mientras investigaba la desaparición de Jeffrey.

Con esta segunda víctima, Cunanan también tuvo una relación. Investigaciones revelaron que el arquitecto le dio una vida de lujo, gustos y placeres.

Tras estos dos homicidios, la conducta de Cunanan se volvió más violenta y desalmada. En Chicago apuñaló en varias ocasiones a Lee Miglin, un hombre de 72 años, quien fue encontrado en su garaje atado de manos y pies, con su cabeza cubierta de cinta adhesiva.

Su nombre y su fotografía estaba en todas las noticias. La policía de los Estados Unidos estaba abocada a su captura, pero todo los intentos eran fallidos.

La policía descubrió que Andrew se había hospedado en la casa de Miglin, donde tomó un baño e incluso se afeitó. Además, en la esquina del lugar del crimen se encontró el jeep de Madson, su víctima anterior.

De la casa de Miglin robó un automóvil Lexus. Allí, cinco días más tarde se encontraría el cuerpo de su cuarta víctima, William Reese, el cuidador de un cementerio en Pennsville, Nueva Jersey. Según se cree, lo habría asesinado para poder llevarse su camioneta, un vehículo rojo con el que el asesino en serie viajó hasta Miami a matar a su última y más mediática víctima: Gianni Versace, quien estaba en su máximo punto de popularidad y fama. Antes de matar al diseñador, Cunanan tenía 88 días prófugo de la justicia, por lo que la actuación policial fue muy cuestionada y reprochada. De ser haber sido capturado a tiempo, la historia hubiese sido menos sangrienta.