Marcos Tarre Briceño: El delito organizado se apodera de Venezuela…

En la introducción del libro Delito Organizado, mercados ilegales y democracia en Venezuelarecientemente publicado por editorial Alfa, en el cual tuve el honor de participar, se señala: “Después de dieciséis años de incremento sostenido de los homicidios, robos y secuestros, la violencia y el delito muestran cambios importantes en Venezuela. Ya no se trata más de asesinos aislados o de una cuerdita de jóvenes ladrones que venden drogas en la esquina. En la actualidad estamos frente a una organización del delito que es capaz de embarcar una tonelada de cocaína en 42 maletas, debidamente registradas, en un vuelo comercial que salía del principal aeropuerto del país, de grupos armados que retan y se enfrentan con granadas y fusiles de alta potencia a los cuerpos policiales o de organizaciones colectivas que son capaces de destituir al jefe de la policía y al ministro que ha osado enfrentarlos…”

Actualmente en Venezuela actúan múltiples fórmulas de organizaciones delictivas: Delincuencia Organizada  Transnacional,  Delincuencia Organizada Nacional, Megabandas, Bandas Estructuradas, Bandas Semi estructuradas, Bandas intermitentes, Redes delictivas, Pranes y Colectivos armados. El fenómeno de la Delincuencia Organizada no es nuevo en el país. Antes de 1999, cuando asciende al Poder Hugo Chávez, ya operaban en el país organizaciones delictivas dedicadas a:

1.      Corrupción selectiva

2.      Legitimación capitales

3.      Tráfico de drogas

4.      Extorsión

5.      Secuestro

6.      Tráfico de armas

7.      Robo y hurto de vehículos

8.      Sicariato

9.      Delitos informáticos

10.    Estafas

11.    Tráfico de personas

12.    Contrabando

13.    Comercio ilícito

14.    Extracción ilegal de minerales

Pero, lamentablemente, no sólo se permitió que estas organizaciones se consolidaran y expandieran sus operaciones, como por ejemplo los secuestros o el tráfico de drogas, penetrando incluso los círculos más íntimos del Poder, sino que surgieron adicionalmente otras doce áreas de operación de Delincuencia Organizada, casi todas consecuencia de las erradas políticas o ausencia de políticas de los gobiernos Chávez-Maduro. Estas nuevas modalidades son:

1.      Corrupción generalizada

2.      Mercado negro cambiario y operaciones fraudulentas cometidas al amparo del control de cambio.

3.      Control de las cárceles por los delincuentes convirtiéndolas en una “industria criminal”.

4.      Robo y reciclaje de teléfonos celulares

5.      Contrabando de  gasolina

6.      Reventa de productos regulados

7.      Mafias en los sindicatos de la construcción

8.      Secuestro virtual

9.      Extorsión para la recuperación de vehículos

10.    Colectivos armados

11.    Tala, tráfico ilícito y contrabando de madera

12.    Megabandas surgidas  en las llamadas “Zonas de Paz” que reproducen en esas comunidades los esquemas criminales de los “pranes” en las cárceles.

El objetivo primordial de todas estas organizaciones y áreas en las que actúa la Delincuencia Organizada, surgidas y engranadas con la impunidad y corrupción imperantes, es la obtención de dinero. Enormes cantidades de dinero, dinero ilícito, dinero sucio, que estas organizaciones tienen que manejar. Algunas, muy pocos, porque no es fácil y existen controles, intentarán legitimar o blanquear; otras lo gastarán en parrandas, fiestas y jolgorios; pero la mayoría preferirá reinvertir en su propio negocio criminal, haciéndolo más fuerte, mojando las manos necesarias para la impunidad, fortaleciendo su estructura e infraestructura criminal o invirtiendo en otras actividades delictivas, creando así una especie de “centrífuga” y retroalimentación permanente que genera los terribles niveles de criminalidad e inseguridad que padece Venezuela, segundo país más peligroso del mundo, según los informes de las Naciones Unidas.

Estudios e hipótesis realizadas indican que entre el 34% y el 55% de los homicidios anuales que se registran en el país están relacionados con la delincuencia organizada; es decir, en cifras, entre 8,6 mil y 13,7 mil homicidios de los 24.980 registrados por el Observatorio Venezolano de Violencia en el año 2014…

Pero no sólo los familiares de estos asesinados por la Delincuencia Organizada, unas 250 mil personas en los últimos cinco años, han sufrido las actuaciones de éste tipo de organizaciones criminales; también hay que sumar unas 25 mil personas afectadas por los secuestros extorsivos convencionales desde el 2010; los 330 mil familiares de presos o en proceso de juicio en nuestras cárceles; las 825 mil personas afectadas por el robo o hurto de vehículos en los últimos cinco años; el millón trescientas mil personas a las que le roban un teléfono celular al año; el millón y medio de consumidores de drogas y los tres o cuatro millones que conforman los familiares de los consumidores que pueden también resultar afectados… Estas cifras muy tentativas no incluyen a las personas o familias víctimas de extorsiones, afectados por el comercio ilícito o por algunas de las otras modalidades de Delincuencia Organizada. Pero ya alcanzan niveles muy preocupantes que victimaza a un 10 o 15 por ciento de la población  del país y crean una sensación de vulnerabilidad, indefensión y desconfianza que socava la esperanza de todos.

Como puede deducirse de lo antes expuesto, el Delito Organizado ha crecido, multiplicado y se ha consolidado en estos años de gobierno de Chávez y Maduro, en los que se han anunciado más de 19 planes de seguridad e intercambiado una docena de ministros de relaciones interiores, sin poder impedir que el delito ortganizado siga copando espacios, frenando cada vez más las posibilidades de desarrollo del país; generando, tal como lo afirma la investigadora colombiana Carmen Elvira Navia un deterioro paulatino de la sociedad, desestructurando sutilmente la red de relaciones sociales, haciendo que centremos nuestra vida en lo privado, viendo lo público y al país como algo de lo cual hay que protegerse y defenderse… Nada indica que se estén haciendo esfuerzos o exista un interés real en el actual Gobierno para cambiar, revertir o intentar frenar ésta situación que tiene a la sociedad y a la enorme mayoría de ciudadanos honestos contra la pared. La única vía es el indispensable cambio político que puede comenzar a partir de las elecciones a la Asamblea Nacional el próximo 6 de diciembre.

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