Henrique Capriles: Venezuela firme, vamos a un desenlace

Nuestra Venezuela, la dama de la venda en los ojos y que representa la justicia, tiene hace tiempo una enfermedad terminal. Los recientes ensayos de juicios militares a civiles en Carabobo, Falcón y Zulia, son un rasgo inequívoco de que los venezolanos estamos enfrentando una dictadura que quiere acabar con todos los derechos políticos, sociales y económicos del pueblo.

La puesta en marcha del Plan Zamora durante las manifestaciones y el proceso judicial militar al que se han sometido centenares de civiles y que han dejado privados de libertad a más de 155 venezolanos, son medidas inconstitucionales, porque en un Estado de Derecho, en el que la Constitución se respete, los tribunales militares solo pueden procesar o enjuiciar a militares, por lo cual legalmente los civiles no deberían estar a su alcance.

Los pilares fundamentales de los “deberes militares”, establecidos en nuestra Constitución, son: “la disciplina, la obediencia y la subordinación”. Estos fundamentos constitucionales que caracterizan a la Fuerza Armada Nacional, obviamente excluyen a los civiles de la jurisdicción militar, por cuanto el pueblo civil no está sujeto a los deberes militares ya señalados.

Si vamos más allá, todos los principios y garantías procesales en materia de Derechos Humanos, contemplados en el Código Orgánico de Procedimiento Penal, por mandato de la Constitución, no están presentes en el Código Orgánico de Justicia Militar, porque el Ministerio Público es autónomo e independiente de los demás órganos del Estado, mientras que los jueces de la jurisdicción militar son elegidos por el Presidente de la República o el Ministro de la Defensa, y deberán ser oficiales activos.

En tal sentido, en estos procesos de privación de libertad de civiles en tribunales militares, además de ser juicios inconstitucionales, constituyen una violación del debido proceso y una invasión y usurpación de las competencias y funciones del Ministerio Público. Y allí hay solos dos cabezas responsables: Nicolás Maduro y Padrino López.

Los atropellos de este régimen no han amilanado la voluntad de los venezolanos y los deseos de construir nuevamente una democracia sólida, como aquella que fue ejemplo para toda la región.

Mientras el pueblo resiste en la calle para defender sus derechos, el gobierno narco corrupto de Nicolás Maduro ha desplegado todo su poderío represor. Lo lamentable, es que al menos 50 venezolanos han perdido la vida durante las protestas; y lo más duro, aunque todas las vidas nos duelen, es que 30 de ellos tenían menos de 30 años, y 5 ni siquiera habían cumplido la mayoría de edad.

Aunque muchos de los que perdieron la vida no conocieron otra cosa que la mal llamada revolución, también entendieron que había que luchar para defender la libertad.

En los discursos de los voceros del régimen se nota la agonía del desenlace. Saben que el inicio del final ya comenzó, y que no podrán soportar por mucho tiempo la fuerza de un pueblo que se cansó y que exige cambio. La magnitud de la crisis humanitaria que provocaron los rebasó. Hay una epidemia de hambre, los enfermos sufren y mueren por falta de medicinas y la inflación es un cáncer que tiene en terapia intensiva el poder adquisitivo de los venezolanos.

No tienen alternativas porque la comunidad internacional los ha descubierto, no solo conoce sus faltas sino que además las documenta. El país y el mundo están conscientes de que el modelo atrasado que aún se empeñan en defender es un esperpento inútil y peligroso para todos.

No en vano han iniciado una campaña en distintos países para mentir acerca de lo que está pasando en el país, dando una versión infame de lo que sucede en las calles de nuestra Venezuela, haciendo montajes chimbos de las imágenes, que solo las organizaciones políticas que han recibido sus “coimas” son los que aúpan estas mentiras, pero la diáspora venezolana que ellos han provocado ya los han identificado y desenmascarado en todos los rincones donde se mueven sus intereses.

Sin duda, así como lo pensó nuestro Padre de la Patria: “las dictaduras son el más fuerte escollo de la República”, porque las violaciones a los derechos humanos, alteran y ponen en entredicho cualquier posibilidad de convivencia pacífica en el interior de un Estado y los derechos humanos son precisamente para imponer límites a la soberanía de los Estados.

Tal y como lo establece la Carta Democrática Interamericana, “los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla”. La restricción arbitraria de los derechos políticos y cierre de espacios democráticos no puede ser la respuesta a los reclamos de la sociedad; por el contrario, es un signo de la incapacidad de hacer frente a los reclamos en términos democráticos, que solo aumenta los conflictos sociales y políticos.

Los venezolanos estamos en las calles, porque nos cerraron todas las vías democráticas para resolver la crisis que estamos enfrentando. El objetivo común es defender los derechos que una narco cúpula corrupta ha pisoteado. Los sentimientos de dignidad, coraje, libertad y democracia, son las banderas que estamos levantando todos los días.

Los sueños son individuales, cada uno de nosotros tiene el suyo y muchos nos esforzamos día a día por lograrlo. Ahora el sueño de cada uno es el sueño de todos, una Venezuela próspera, justa, libre y solidaria. Esa Venezuela que nos retrata sin ideologías, sin sectarismos y sin peligrosos dogmas trasnochados.

Hoy, cada venezolano en cada rincón de la geografía nacional y fuera de ella alza la voz en contra de quienes se erigen como los dueños por derecho divino de hacer del país su hacienda particular. La cúpula madurista se encierra en sus cuatro cuadras sin darse cuenta que son ellos quienes están presos. Están presos de odio, de miedo, desconfianza y de vanidad, se hablan continuamente al ombligo, esa conexión vital hace tiempo se rompió entre ellos y los venezolanos. Estos caballeros “no se han enterado que Marx está muerto y enterrado”.

Este domingo en especial, queremos enviar nuestra palabra de esperanza a todas las madres venezolanas. Ustedes son el regalo más importante que Dios nos ha dado, gracias a su esfuerzo y dedicación diaria somos seres de bien.

¡Dios bendiga siempre a Venezuela y a todas nuestras madres!

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